Que pena da, que mis antepasados casi aniquilaran una
torre mudéjar, para hacer el
frontón del
Ayuntamiento, con un suelo irregular de base, que nos hacía exclamar cuando favorecía a equipo que queríamos, que pena de tiempos pasados, difíciles pero
felices. Qué madrugadas con Pablo y Juan para ir a
caballo a Mayorga y volver a Herrín dónde residíamos, cuantos recuerdos al final, nos humedecen los ojos...