En realidad era el hermano mayor de mi abuelo Eugenio. Un hombre alto, que había estado en la guerra de
Cuba, pasando calamidades sin cuenta... Sus hijos, Arturo sacerdote en
Argentina, le vi alguna vez, pero Maturino era mi padrinos y guardo siempre el recuerdo de la peseta que me daba los domingos en el
campo de pelota y que me convertía en el niño más
feliz del mundo... Edesio era muy callado pero cariñoso y Mª Luz me llamaba siempre para adornar su
casa con cenefas en lo alto de las paredes... nunca la he olvidado...