RECUERDOS DE NIÑA.- 15.- De ordinario lo dirigía el sacristán con algún monaguillo, y entonces la cosa marchaba sobre ruedas. Pero algún año, dos o tres mozos pedían permiso al Sr. Cura para cantarlo ellos. Este no se atrevía a negarse y el cántico no iba tan bien. Poco acostumbrados a dirigir rezos, y un tanto nerviosos, alguna vez se “trabucaban”, y en la Iglesia da la risa con mucha facilidad.
En la plaza, hacen los hombres un poco de tertulia los domingos y días de fiesta, a la salida de misa y del rosario. Forman corros y charlan un rato. Los chicos jugábamos, más que en la plaza, en lo que llamaban el juego de pelota. Supongo que seguirán llamándolo así, aunque el frontón ya hace años que ha desaparecido. El famoso frontón, que hicieron con los ladrillos que quitaron de la torre de las eras. Estaba junto a la escuela. Allí esperábamos a que el sonido de la campanilla nos llamara, para entrar en clase. Jugábamos también en el recreo, y cuando los días eran ya largos, volvíamos allá por la tarde, después de la clase, y de ir a casa por la merienda. La merienda era un trozo de pan solo, pero que nos sabía a gloria.
En la plaza, hacen los hombres un poco de tertulia los domingos y días de fiesta, a la salida de misa y del rosario. Forman corros y charlan un rato. Los chicos jugábamos, más que en la plaza, en lo que llamaban el juego de pelota. Supongo que seguirán llamándolo así, aunque el frontón ya hace años que ha desaparecido. El famoso frontón, que hicieron con los ladrillos que quitaron de la torre de las eras. Estaba junto a la escuela. Allí esperábamos a que el sonido de la campanilla nos llamara, para entrar en clase. Jugábamos también en el recreo, y cuando los días eran ya largos, volvíamos allá por la tarde, después de la clase, y de ir a casa por la merienda. La merienda era un trozo de pan solo, pero que nos sabía a gloria.