Este exiguo caudal de
agua (muy inferior a 0,5 litros/s), llega a través de una conducción, que ya parece estar documentada en el año 1690, ("riguera de agua que viene para el lugar de
Castropodame", en el paraje de Trigales). En
invierno el caudal aumenta lógicamente; pero en el estío decrece tanto que corre el riesgo de desaparecer.