S.L Esa historia ya me la conocía y fue real como la vida misma, pero no me causa ninguna sensación ya que, eso también lo haciamos los mozos cuando algún gato salía por el colago y le mangabamos, luego después de guisado en la bodega estaba para chuparse los dedos y tan rico, lo que pasa es que el que no lo ha comido no sabe lo que se ha perdido.Saludos MIMO.