EL CENTENO EN OMAÑA, SIEMBRA, SIEGA, ACARREO, MAJA, MUELO Y PANERA
Más de una vez podía contemplarse la desolación que a su paso dejaba la “piedra “arrasando una parte de la hoja y quedando el resto indemne; era como si la meteorología se divirtiera trazando dos líneas paralelas, entre las cuales discurrían los nubarrones soltando granizo.
La variedad de centeno ya aludida con el nombre de seruendo, seguía pautas parecidas a las el centeno común; las mismas aradas, la misma siembra a voleo y el mismo abonado con estiércol. Dos características lo diferenciaban; una que se sembraba en primavera y otra que se sembraba en tierras más fértiles, en las que no se practicaba el barbecho. Eran tierras o huertos situados en el fondo de los valles, en los que no se dejaba descansar la tierra pero se practicaba la rotación de cultivos. Lo más común consistía en la siembra de patatas (el segundo cultivo mas importante en la comarca) un año y al siguiente se sembraba el seruendo, escasas extensiones ocupaban trigo y cebada, en cuanto a cereales porque también se cultivaban pequeñas parcelas para cultivo de legumbres; gavanzos, lentejas, guisantes verdes y otra variedad conocida en Omaña como arveja y que puede definirse como guisante blanco.
Dejamos al centeno creciendo, primero verdeando como ferrén, después sin perder su coloración inicial aparecen las espigas y ya en el mes de julio los sembrados de centeno comenzaban a lucir su color amarillento precursor de la maduración del grano. Este proceso comenzaba antes en la baja Omaña cuyo clima era algo más benigno que en la parte alta. La secuencia de la siega, era pues, un desplazarse de sur a norte, pero con análogos de siembra y recogida.
La última fase de maduración del centeno era muy rápida; en pocos días había que segarlo para evitar que el grano se perdiera en la tierra, circunstancia esta que motivaba la contratación de cuadrillas de segadores. Estos en su mayoría procedían de la comarca de El Bierzo, donde la recolección se hacía antes, gracias a su microclima mucho más suave que el de Omaña. Alguna vez aparecía algún segador gallego, incluso se conocía uno procedente de La Mancha, pero a los segadores se les llamaba “los bercianos”. Era un curioso fenómeno la masiva irrupción de avezados y tostados, segadores, que componían cuadrillas en las que hombres y mujeres participaban a partes iguales.
Más de una vez podía contemplarse la desolación que a su paso dejaba la “piedra “arrasando una parte de la hoja y quedando el resto indemne; era como si la meteorología se divirtiera trazando dos líneas paralelas, entre las cuales discurrían los nubarrones soltando granizo.
La variedad de centeno ya aludida con el nombre de seruendo, seguía pautas parecidas a las el centeno común; las mismas aradas, la misma siembra a voleo y el mismo abonado con estiércol. Dos características lo diferenciaban; una que se sembraba en primavera y otra que se sembraba en tierras más fértiles, en las que no se practicaba el barbecho. Eran tierras o huertos situados en el fondo de los valles, en los que no se dejaba descansar la tierra pero se practicaba la rotación de cultivos. Lo más común consistía en la siembra de patatas (el segundo cultivo mas importante en la comarca) un año y al siguiente se sembraba el seruendo, escasas extensiones ocupaban trigo y cebada, en cuanto a cereales porque también se cultivaban pequeñas parcelas para cultivo de legumbres; gavanzos, lentejas, guisantes verdes y otra variedad conocida en Omaña como arveja y que puede definirse como guisante blanco.
Dejamos al centeno creciendo, primero verdeando como ferrén, después sin perder su coloración inicial aparecen las espigas y ya en el mes de julio los sembrados de centeno comenzaban a lucir su color amarillento precursor de la maduración del grano. Este proceso comenzaba antes en la baja Omaña cuyo clima era algo más benigno que en la parte alta. La secuencia de la siega, era pues, un desplazarse de sur a norte, pero con análogos de siembra y recogida.
La última fase de maduración del centeno era muy rápida; en pocos días había que segarlo para evitar que el grano se perdiera en la tierra, circunstancia esta que motivaba la contratación de cuadrillas de segadores. Estos en su mayoría procedían de la comarca de El Bierzo, donde la recolección se hacía antes, gracias a su microclima mucho más suave que el de Omaña. Alguna vez aparecía algún segador gallego, incluso se conocía uno procedente de La Mancha, pero a los segadores se les llamaba “los bercianos”. Era un curioso fenómeno la masiva irrupción de avezados y tostados, segadores, que componían cuadrillas en las que hombres y mujeres participaban a partes iguales.
HERMANITA ¿donde andas? que quiero leer y no has escrito, menos mal que es escribir, que si fuera segar, a estas horas ya no se podía,............... venga mujer,....... mira que te llamo, que tengo tu teléfono.
Vale, ahora pondré un poco que ya tengo preparado, a mi que me parecia muy interesante, ahora ya no se si es o nó. Creo que solo a unos pocos nos gustan éstas cosas.
No te desanimes y sigue escribiendo, que si es interesante.
Un saludo.
Un saludo.
Eso creo yo que es interesante, cuando lo leí por primera vez, pensé que sería bueno que todos los que hemos vivimos aunque solo sea de niños esa época, nos gustaría, y por eso lo pongo. No me desanimo, terminare de escribirlo, Pío me lo dio escrito a mano porque él desde hace años tiene un problema en la vista y me parece de admirar como con una lupa y a través de un monitor, sigue haciendo lo que tanto le gusta, leer y escribir. Un saludo.
Maria sigue tu relato.
Todos los que tenemos nuestras raizes en los pueblos, nos gusta recordar. De muy niñas nos hemos ido, para poder estudiar. Pero no se pueden olvidar las costumbres y vivencias de nuestros pueblines.
Saludos
Todos los que tenemos nuestras raizes en los pueblos, nos gusta recordar. De muy niñas nos hemos ido, para poder estudiar. Pero no se pueden olvidar las costumbres y vivencias de nuestros pueblines.
Saludos
No se pueden olvidar las costumbres y vivencias de nuestros pueblines, ni se deben olvidar, son nuestras raices. Besines.