CORNOMBRE: yo en la era no creo que pueda ayudar mucho, o era...

EL CENTENO EN OMAÑA, SIEMBRA, SIEGA, ACARREO, MAJA, MUELO Y PANERA

En otra ocasión, la maja de la cosecha de un vecino, concluyo a última hora de la tarde y el hombre muy obsequioso él, invito al equipo majador con vino generosamente azucarado, estimulo eficaz para que las féminas empinaran el codo más de lo aconsejable. En estas circunstancias se procedió a llevar los cuelmos al pajar, labor a la que se sumo el maquinista que procedía a colocar en compañía de una cuarentona, bien avinatada. No se sabe si por casualidad o por vapores etílicos, el maquinista se encontró con la moza en sus brazos, que, acariciantes le invitaban a un acto deshonesto en el pajar, pero la sonrisa anhelante de la cuarentona dejo al descubierto una mandíbula desdentada, visión que apago las apetencias lujuriosas del galán. Eran tiempos en los que ni siquiera se intuía la técnica de los implantes bucales, ¡Qué pena!
En este recorrido por el ciclo del centeno, se han omitido otras aplicaciones de la paja que como despojo quedaba después de la maja. Servía esta paja para el relleno de los jergones, especie de colchones en los que la lana era sustituida por paja. Es difícil entender la razón de que debajo del autentico colchón de lana, se colocara un jergón. El jergón servía de lecho a pobres de solemnidad, pero no se explica para gentes en cuyo patrimonio no escaseaba la oveja churra, de tupidos vellones de lana. Echando la imaginación a volar, acaso el uso del jergón contribuyera a dar más realce a las camas de los viejos omañeses, aficionados a hacer piruetas para encaramarse al lecho. Debía ser más placentero el sueño en las alturas, sin descartar que el jergón sirviera de muro de contención para aquellos animalejos que con frecuencia anidaban en los somieres; las odiosas chinches.
Los omañeses tardaron muchos siglos en conocer artilugios como la linterna eléctrica mas habían hallado un sucedáneo; la facha. Para no iniciados, la facha consistía en una antorcha hecha de paja, que en pleno siglo XX era de suma utilidad para noctámbulos omañeses. Lo de noctambulos resulta peyorativo porque el uso de la facha era el medio para caminar en noches oscuras por los intrincados caminos omañeses. También servía la facha para la pesca, por supuesto furtiva, a “espada” de la trucha. La espada se supone que en tiempos pretéritos era una verdadera tizona; en el pasado siglo era una pieza de acero alargada y con filo no muy fino, que salían de la fragua del pueblo. La pesca era en horas nocturnas y cuando la luna no proyectaba luz sobre el rio y la practicaba una pareja de furtivos; uno portaba la facha, cuya luz atraía a las truchas y el otro, diestro en el manejo de la espada, hería o cercenaba el cogote de la exquisita trucha de los ríos omañeses. Enumeradas ya las virtudes de la antorcha omañesa, resta aun reconocerle la representatividad del instinto precursor de los viejos de Omaña; ellos se anticiparon en la búsqueda de un apelativo político para la que en términos cultos se conoce como Derecha. ¿Sabrá algún “facha” de hoy que su sambenito nació en el caletre de los viejos de Omaña?. Sería bueno que conocieran a los responsables del maltrato lingüístico y que no dedujeran de ello concomitancias “zapateriles”.
Hace años que el centeno desapareció de Omaña, pero no estaría mal que las nuevas generaciones conocieran lo que significo para sus mayores.

Pío Luis Álvarez Martínez
Alcala de Henares, mayo de 2008

Si acabaste la maja mañana voy a cobrar las rentas.

Si hemos terminado algunas cosas, pero en la era entovia hay cosas que hacer, eso de cobrar no tien prisa.

yo en la era no creo que pueda ayudar mucho, o era pequeña y estaba jugando o mandabanme con las vacas