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CORNOMBRE: Hay...... Isabelica...

Hace ya un par de meses que le comenté a Pío mi deseo de seguir poniendo alguno de sus relatos en el foro, el invierno pasado ya disfrutamos de dos de ellos.
"El centeno en Omaña" y "El loco de Rodicol"
También le pedi que escribiera algo para todos los que pasan por este foro y se paran a leer sus historias.

Escrito que nos ha enviado PÍO.

Siento cierto rubor por la aparición en internet de algún deshilachado relato que como fruto de la nostalgia y sin otra pretensión, he escrito en los últimos años. La culpa la tiene mi querida María Valcarce, con la que comparto profundos lazos familiares que hunden sus raíces en los pueblos omañeses de Garueña y Rodicol. La pretensión de María de colgar algunas de mis narraciones en internet, es muy loable porque lo hace con la pretensión de que no caiga en el olvido algún retazo de la vida de un Omaña que se nos ha ido. Su entusiasmo me ha contagiado y por ello dispone de mi apoyo para que cuelgue mis narraciones en el espacio “internetiano” que juzgue apropiado. Yo hago el ruego a quien leyere mis “historias” que no culpe a María de mis carencias lingüísticas o de erratas que puede cometer un octogenario que solo puede escribir con la ayuda de una telelupa.
María ya ha llevado a internet mi semblanza de El loco de Rodicol y el recuerdo de lo que era el ciclo del centeno cuando muchos omañeses aún no habíamos tomado el camino de la emigración y ambos relatos ya han motivado eso que, creo, se llama correo electrónico y a alguno de ellos deseo referirme; para Raquel, hija de Elpidio de Sosas del Cumbral, confirmarle que en mi juventud trate y aprecie a su padre, la tía Almudena lo habría confirmado. Debo, además a Raquel que ella haya sido el vehículo por el que he conocido a un religioso agustino, D. Eliseo Bardón que me honra con su amistad. Se refiere Aude de Manzaneda a su tío el Magdaleno, para mí El Solo o simplemente José, gran amigo de mi familia y en cuyo bar de la Avenida de Roma en León, tantas fuentes de filetes “devoré” y por ultimo ese Tirso que circula por internet ¿No será hijo de Dorina de Cornombre? Conocí a sus padres cuando sentía el calor de las magníficas gentes de Cornombre.
Como remate, diría que es acertado el refrán: Nace el cuervo en la peña y vuelve (al menos en espíritu) a ella. Yo deje mi peña hace 56 años y rememorarla me reconforta.
Gracias María.

Pío Alvarez Martinez. Noviembre de 2010.

Pio, a mi me gustaria que nos hablaras de tu tio, el maestro de Cornombre,
En su epoca fue el impulsor de las obras publicas de Cornombre, gracias al respeto que le tenian, le seguian, despues de el se hizo la nada.

Tirso, en vista de el interés por saber algo de la vida de el maestro José Martínez Valcarce, se lo comentamos a Pio y aquí tenemos ya lo que el nos escribió:

RESEÑA DE UN MAESTRO NACIONAL QUE AMÓ A CORNOMBRE

Siento profunda emoción al enterarme de que alguna persona muy vinculada a Cornombre, sienta curiosidad por lo que mi tío José Martínez Valcarce significó para ese pueblo omañés en el que durante decenios ejerció su profesión.
Procuraré que el amor que profesé a aquel hombre, no haga perder objetividad a esta reseña, pero pido excusas si hago referencia a datos que se escapan del marco de su actividad en Cornombre. Lo hago por conocer mejor al hombre y sus circunstancias.
Comenzaré diciendo que José Martínez Valcarce nació en Rodicol en el año 1902, siendo el séptimo de los nueve hijos que trajeron al mundo, su padre, Esteban Martínez Rozas nacido en Rodicol, y Dolores Valcarce Valcarce, oriunda de Garueña. Tan numerosa prole era excesiva para las precarias economías omañesas y pronto los seis hermano mayores emigraron, como tantos otros, a la República Argentina.
Junto con José, quedaron sus dos hermanas menores, Josefa (mi madre) y Asunción, que junto con sus progenitores harían posible que mi tío cursara los estudios de Magisterio en León. Sus estudios no le iban a librar de los rudos trabajos en Rodicol, durante las vacaciones veraniegas y con tanto empeño debió acometerlas que cuando yo lo conocí, nadie en el pueblo abría los surcos tan rectos como él, ni nadie segaba la hierba de los prados como él, parecía que los rapaba con una navaja barbera. Parecía que buscaba la perfección antes que la economía de tiempo. Era una prueba de su afán por las cosas bien hechas y esto lo “sufrió” quien esto escribe, siendo yo el mayor de tres hermanos, huérfanos de padre, tuve que aprender muy pronto las faenas agrícolas y así a mis trece años mi tío me enseño a arar (en el Rozo de las Comuñas) y un año después me adiestraría para “picar” el guadaño y segar los primeros marallos, pero pasados unos años mi ardor juvenil me harían acreedor de alguna bronca de mi tío.
Yo araba demasiado deprisa sin piedad para la pareja de vacas que tiraban del arado, preocupándome menos del paralelismo de los surcos, o cargaba demasiado los carros de hierba. Sin prisas pero sin pausas parecían ser la consigna de mi tío, el maestro. Su convivencia con nosotros perduró por que moriría soltero.
Sin perjuicio de que mas adelante surjan detalles que terminen de dibujar su personalidad, adelantaré que era un hombre no mal parecido, de aspecto serio, rallando en lo adusto, propio del alma omañesa, pero bajo esa apariencia se ocultaba un buen conversador, dotado, además, de una ironía, mordiente cuando se le provocaba, que sorprendía por la facilidad de utilizarla en sus “salidas” regocijantes.

Escrito por Pio Luis Álvarez.

Como es bastante extenso lo pondré en varios días.

Al parecer a Pio, en Manzaneda le Mullian la cama.

Tirso ¿que quieres decir con eso? se que es un "dicho" de la zona, pero no se en que sentido lo dices.

Me contaba Pilar ayer que cuando estaba majando en Manzaneda a Pio las mozas le mullian la cama con hortigas o con sal.

Eso es por que seguramente les gustaba, tengo la sensacion que era muy conquistador.

Hay...... Isabelica
.... o sea que lo de la mente retorcida de las mujeres ya viene de lejos.... ¿no?
porque hay que jod.... se que encima de majar tuviera que aguantar a todas las
petardas del pueblo..... ¡pobre rapá!
..... hay formas extrañas para lo del "gustarse"... madre mia