Al norte del barrio de Pedrosa, entre los ríos Eria y Manzanal, en una colina de 1.336m de nombre La Corona se han efectuado metódicas excavaciones que han arrojado a la luz los restos de un poblado más antiguo, asentamiento preromano que data de mediados del siglo y antes de Cristo. Resulta evidente, que en todos estos casos la población originaria estuvo asentada en los mencionados “castros”, los cuales han proporcionado cerámica, tégulas, monedas, sepulturas, molinos de mano y otros restos arqueológicos entre los que llama la atención, una bola metálica en forma de lenteja del tamaño de un panecillo la cual pesa 25 Kg, cantidad sumamente desproporcionada en relación con su volumen.
Los hallazgos efectuados se encuentran cubiertos por arena para preservarlos de las inclemencias del tiempo; no obstante, en el flanco Sur, aun se advierten dos oquedades que responden a las catas arqueológicas realizadas, que alcanzaron una extensión de unos 500 metros cuadrados.
Los hallazgos efectuados se encuentran cubiertos por arena para preservarlos de las inclemencias del tiempo; no obstante, en el flanco Sur, aun se advierten dos oquedades que responden a las catas arqueológicas realizadas, que alcanzaron una extensión de unos 500 metros cuadrados.