! Ay
Castillo de Los Omañeses!. Incluso tan herido cómo estás, maltratado por la desidia, arrinconado por La Cultura, expoliado y desnudo de tus recios cantos rodados y desgastado por el incesante viento gélido que embiste sobre tí, penetrándote como cuchillo salvaje y despiadado; valiente, bravo, hidalgo y soberbio, te resistes a caer vencido y sigues mirando altivo y glorioso al claro e inmaculado
cielo Omañés, que enamorado de tí, te cubre con su
manto primoroso de azul inmarchitable. Lloramos
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