Horas de brazos partidos y manos rotas, horas de remaches y afilados en la piedra de pies cansados y agua tibia. De vez en cuando había que engrasar la badana del fuelle con manteca de caballo sin sal, los pliegues de la badana así no se resentían.
Sobre el suelo de tierra el tajo de roble, y sobre él, el yunque de dos cuernos sin ninguna embestida. Sobre el plano y con la tenaza apretada, la reja al rojo vivo; sobre el redondo, la herradura del caballo, al lado, el cubo de agua fría para dar un respiro...
o templar con sabiduría.
Fuera, la contienda con el potro, ahí no se movía la mula, ni la vaca... se herraba a conciencia para un trimestre de dura supervivencia. Llaman a hacendera, ahí Ovidio toma la forma de la luna y afila y rehace los hociles, las hoces, las azadas... todos a una y a la olla y a la bota de vino; llega la primavera; la carbonera se va quedando sin carbón vegetal y mineral; Ovidio mira el banco de trabajo y su herramienta hecha a conciencia; tenazas largas curvas y rectas, cortafríos, punteros, claveras, tajadera... Otro día de tertulia y trabajo... formones, orejas, navajas y forja artesana... cierra el ventanuco y la puerta para que descanse la fragua... que Ovidio es mucho Ovidio y le sobra templanza.
Y así pasó la vida entre mazas y martillos, fragua y duro trabajo... el Herrero que hacía hablar al hierro y que nunca se quejaba.
Sobre el suelo de tierra el tajo de roble, y sobre él, el yunque de dos cuernos sin ninguna embestida. Sobre el plano y con la tenaza apretada, la reja al rojo vivo; sobre el redondo, la herradura del caballo, al lado, el cubo de agua fría para dar un respiro...
o templar con sabiduría.
Fuera, la contienda con el potro, ahí no se movía la mula, ni la vaca... se herraba a conciencia para un trimestre de dura supervivencia. Llaman a hacendera, ahí Ovidio toma la forma de la luna y afila y rehace los hociles, las hoces, las azadas... todos a una y a la olla y a la bota de vino; llega la primavera; la carbonera se va quedando sin carbón vegetal y mineral; Ovidio mira el banco de trabajo y su herramienta hecha a conciencia; tenazas largas curvas y rectas, cortafríos, punteros, claveras, tajadera... Otro día de tertulia y trabajo... formones, orejas, navajas y forja artesana... cierra el ventanuco y la puerta para que descanse la fragua... que Ovidio es mucho Ovidio y le sobra templanza.
Y así pasó la vida entre mazas y martillos, fragua y duro trabajo... el Herrero que hacía hablar al hierro y que nunca se quejaba.