Castillo de Benar,
de torres despojadas de tu cuerpo,
consuela en mi pañuelo tu lamento,
derrama en mi pecho tu pesar.
Soberbia fortaleza fuíste en tiempos
y tus muros, cansados y sedientos,
replican a gritos, restaurar,
reclaman cómo anciano macilento,
auxilio en su debil casminar.
Que tristeza la vida lo que dá.
Abandono y desdicha te carcomen
y aunque tus grietas, desnudas en tí asomen,
algún día vestidas estarán.
En tu seno; de niño me acogiste
y a pesar de verte yo tan triste,
creyéndome guerrero de verdad,
alzaba mi espada de madera,
gritando con gran fuerza, a mi manera,
defender tu recinto triangular.
Me hablabas de una dama de ojos negros
y sonrisa de cielo, cual manjar
que junto con valente caballero.
habitaron este bello lugar.
queriémdose tantísimo entre ambos,
que nunca nadie pudo y se amó más.
Tus almenas y adarbes que tenías
están de testigos de este amar.
de torres despojadas de tu cuerpo,
consuela en mi pañuelo tu lamento,
derrama en mi pecho tu pesar.
Soberbia fortaleza fuíste en tiempos
y tus muros, cansados y sedientos,
replican a gritos, restaurar,
reclaman cómo anciano macilento,
auxilio en su debil casminar.
Que tristeza la vida lo que dá.
Abandono y desdicha te carcomen
y aunque tus grietas, desnudas en tí asomen,
algún día vestidas estarán.
En tu seno; de niño me acogiste
y a pesar de verte yo tan triste,
creyéndome guerrero de verdad,
alzaba mi espada de madera,
gritando con gran fuerza, a mi manera,
defender tu recinto triangular.
Me hablabas de una dama de ojos negros
y sonrisa de cielo, cual manjar
que junto con valente caballero.
habitaron este bello lugar.
queriémdose tantísimo entre ambos,
que nunca nadie pudo y se amó más.
Tus almenas y adarbes que tenías
están de testigos de este amar.