
Regocijo intenso
contemplar la tarde
cómo va cayendo
y se va durmiendo
en un gran alarde
del destello inmenso
de un rojo de incienso
pleno, exuberante
que invade el momento
de esta Omaña amante
que evoca el lamento
cuando la miraste
henchida de luna
primor y fortuna
del viento silbante
meciendo la cuna
donde me arrullaste.
Ansiado el instante
de ver la dulzura
con que suplicaste
las caricias puras
de tantas ternuras
de amor rebosantes
delicia preciosa
malicia graciosa
de que te adornaste.
Plácida se marcha
pero sin dejarte
deseo de escarcha
espejo al mirarte
tocando la noche
en un fiel derroche
entonando el cante
del hilo saciante
en radiante broche
surcado de oro
perlas y azabache,
zafiros, abrazos,
diamantes, regazos
que adornan tu talle
tu alma, tu calle
y son los retazos
de nuestro gran valle.
Todo está vacío
y no puedo llenarte
de lo que es sombrío
sin acariciarte.
La niebla del frío
viene a arrebatarte,
el sol está huído
no soy a encontrarle,
Omaña querida
vete tú a..... buscarle.
Tavines
contemplar la tarde
cómo va cayendo
y se va durmiendo
en un gran alarde
del destello inmenso
de un rojo de incienso
pleno, exuberante
que invade el momento
de esta Omaña amante
que evoca el lamento
cuando la miraste
henchida de luna
primor y fortuna
del viento silbante
meciendo la cuna
donde me arrullaste.
Ansiado el instante
de ver la dulzura
con que suplicaste
las caricias puras
de tantas ternuras
de amor rebosantes
delicia preciosa
malicia graciosa
de que te adornaste.
Plácida se marcha
pero sin dejarte
deseo de escarcha
espejo al mirarte
tocando la noche
en un fiel derroche
entonando el cante
del hilo saciante
en radiante broche
surcado de oro
perlas y azabache,
zafiros, abrazos,
diamantes, regazos
que adornan tu talle
tu alma, tu calle
y son los retazos
de nuestro gran valle.
Todo está vacío
y no puedo llenarte
de lo que es sombrío
sin acariciarte.
La niebla del frío
viene a arrebatarte,
el sol está huído
no soy a encontrarle,
Omaña querida
vete tú a..... buscarle.
Tavines