El manto inmenso de la sutil blancura
viste de esplendor la desolada ruína
que envejecida y triste en su amargura
se alza gloriosa en la colina.
Cantos de soledad y de hermosura
inmersos en la fatal melancolía
armas de otros tiempos de bravura
sumidos en el sueño y la agonía.
Celestes pensamientos en ti afloran
con batallas portentosas de osadía
honores y victorias te pregonan
grandísimo señor de valentía.
No escondas tu pesar en los lamentos
ni te aflijas por tantas ignominias
abraza a nuestros hondos sentimientos
que a tí ponemos cómo insignias.
Castillo de Benal el más glorioso
rebosante de fulgor y gallardía
queremos que conserves vigoroso
ese amor que te dámos noche y día.
Venturosa sea la fecha pretendida
en que tus muros plagados de desidia
resurjan florecientes a otra vida
y entonen los mil cantos de alegría.
Gentil aroma de tus sufrimientos
que empapas al viento de tu filigrana
ábrenos las puertas de tus aposentos
déjanos entrar por tu barbacana.
Octavio
viste de esplendor la desolada ruína
que envejecida y triste en su amargura
se alza gloriosa en la colina.
Cantos de soledad y de hermosura
inmersos en la fatal melancolía
armas de otros tiempos de bravura
sumidos en el sueño y la agonía.
Celestes pensamientos en ti afloran
con batallas portentosas de osadía
honores y victorias te pregonan
grandísimo señor de valentía.
No escondas tu pesar en los lamentos
ni te aflijas por tantas ignominias
abraza a nuestros hondos sentimientos
que a tí ponemos cómo insignias.
Castillo de Benal el más glorioso
rebosante de fulgor y gallardía
queremos que conserves vigoroso
ese amor que te dámos noche y día.
Venturosa sea la fecha pretendida
en que tus muros plagados de desidia
resurjan florecientes a otra vida
y entonen los mil cantos de alegría.
Gentil aroma de tus sufrimientos
que empapas al viento de tu filigrana
ábrenos las puertas de tus aposentos
déjanos entrar por tu barbacana.
Octavio
