FOLLOSO: Justamente, Lallamica, eran "Las Tinieblas". No recordaba...

Hola Serbal o Capudo. Al igual que a la Llamica a mi también me interesa el paso de serbal a capudo. En mi niñez, un hecho muy esperado era, el jueves santo subir a Rosales con carracas y en la iglesia, con las luces apagadas (velas), hacer mucho ruido con las carracas y también golpeando el suelo con algún palo, cayada o bastón. Un año me habían prometido ir con una carraca, por el motivo que fuera no había carraca, pero me prometieron ir al monte y cortar un palo de capudo que era la madera más dura del mundo. Y a Rosales que fuimos con el palo de capudo. Algún año más tarde, en los interminables días de "guardar" el ganado, uno se entretenía "forgando" (intentar hacer con la navaja objetos... (molinos de agua," chiflas, motor de las majas...) ¿Te acuerdas El Carballo? Cuando yo cortaba ramas de capudo, veía que era una madera muy floja, pero como debia ser la más dura del mundo, anduve con la duda bastante tiempo. Cosas de la niñez. De ahí me viene mi simpatía por los capudos. Si sabes la derivación de serbal en capudo nos la explicas. Y da alguna pista más para situarte. Saludos solidarios.

Pena Valdevés, con la disculpa del serbal-capudo hemos vuelto a un pasado ya lejano pero lleno de increibles vivencias. Las chicas no forgabamos, no recuerdo qué hacíamos, supongo que coger florecitas o coser algún calcetiín que otro. Por cierto, hablando de jueves Santo en Rosales, ibamos a las tinieblas, o alguna liturgia con un nombre parecido, no recuerdo bien, pero, lo que sí recuerdo es la angustia que me invadía cada vez que tocaba ir a ese pueblo, porque no sé a ti y a El Carballo pero a la gente un poco mas jóven nos corrian hasta sacarnos del pueblo y no precisamente a gorrazos, ¡A CANTAZOS! los muy bichos, eran malotes los chicos de Rosales. De todas formas, me alegro que hayas sacado el tema ¡que recuerdos! Povisa seguro que tu tambien lo recuerdas.

Justamente, Lallamica, eran "Las Tinieblas". No recordaba el nombre. Yo de cantazos no me acuerdo, tenía buena relación con la gente de Rosales. Algún cachondeo se traían commigo porque una vez, mi madre encargó a Mario que iba a Riello, unas zapatillas para mi, yo le dije que las quería amarillas (mariellas). El las trajo encarnadas y menudo rebote que cogí. Desde entonces cada vez que me veía, el primer saludo era: ¿qué hace el niño de las zapatillas amarillas?. Un abrazo