EL CENTRO COMERCIAL: RIELLO.
No sé si por concesión del Abad del Convento de Folloso o por lo que fuese, los leídos nos lo explicarán, el caso es que Riello se convirtió en el Centro Comercial y de Servicios de la Comarca. Tenía su FERIA. Todos los primeros miércoles de mes había cita para vender, poco, comprar, poco también. Los pobladores de Folloso engordaban sus jatos, daban pasaporte a alguna vaca que seguía estando forra, alguna camada de lechones, algún cordero, cabritillos, alguna docena de huevos, unas mazadicas de manteca y algunas manzanas reinetas o de repinaldo en su tiempo. La reina de las ferias de todo el año era la de Santamarina, para esa, ya hacía buen tiempo, se engordaban los mejores toros y los terneros más culones, dos meses y ciento ochenta kg.. Se ataba la cola al caballo, se le peinaban las crines y para la feria con buena merienda. Era fiesta grande, si se vendía, claro. La feria dependía del número de tratantes llegados de la capital y algún asturiano que otro que cargaba bastante ganado y animaba un poco el asunto. Si la feria era mala, vuelta a casa con los toros, terneros cargados en los carroas con cañizos, y la mirada clavada en el suelo pensando que la del mes siguiente fuese mejor. Al menos aquel día había servido para visitar los comercios, Casa Rabanal, El Gallego..., comprar la botella de aceite, el paquete arroz, lazúcar, el carburo pal candil, las zapatillas, un par dalpargatas y encargar la tela pal traje de la primera comunión pal niño. Aquel día la merienda no había prestado, a pesar de haber sacado la jarra de vino y la gaseosa amarilla y refrescante. No había habido apretón de manos, ni mediación, ni tira y afloja, ni lo ha dicho un hombre, ni conrobla final.
El médico aquella jornada no daba abasto, en la farmacia había cola, los bancos habían recogido pocos cuartos, incluso los cafes-fondas no habían servido lo esperado. Pero a pesar de los pesares, Riello había recaudado por medio del comercio y los servicios el sudor de los omañeses. El prior de Folloso ya sabía lo que se hacía cuando concedió la feria.
Un abazo.
No sé si por concesión del Abad del Convento de Folloso o por lo que fuese, los leídos nos lo explicarán, el caso es que Riello se convirtió en el Centro Comercial y de Servicios de la Comarca. Tenía su FERIA. Todos los primeros miércoles de mes había cita para vender, poco, comprar, poco también. Los pobladores de Folloso engordaban sus jatos, daban pasaporte a alguna vaca que seguía estando forra, alguna camada de lechones, algún cordero, cabritillos, alguna docena de huevos, unas mazadicas de manteca y algunas manzanas reinetas o de repinaldo en su tiempo. La reina de las ferias de todo el año era la de Santamarina, para esa, ya hacía buen tiempo, se engordaban los mejores toros y los terneros más culones, dos meses y ciento ochenta kg.. Se ataba la cola al caballo, se le peinaban las crines y para la feria con buena merienda. Era fiesta grande, si se vendía, claro. La feria dependía del número de tratantes llegados de la capital y algún asturiano que otro que cargaba bastante ganado y animaba un poco el asunto. Si la feria era mala, vuelta a casa con los toros, terneros cargados en los carroas con cañizos, y la mirada clavada en el suelo pensando que la del mes siguiente fuese mejor. Al menos aquel día había servido para visitar los comercios, Casa Rabanal, El Gallego..., comprar la botella de aceite, el paquete arroz, lazúcar, el carburo pal candil, las zapatillas, un par dalpargatas y encargar la tela pal traje de la primera comunión pal niño. Aquel día la merienda no había prestado, a pesar de haber sacado la jarra de vino y la gaseosa amarilla y refrescante. No había habido apretón de manos, ni mediación, ni tira y afloja, ni lo ha dicho un hombre, ni conrobla final.
El médico aquella jornada no daba abasto, en la farmacia había cola, los bancos habían recogido pocos cuartos, incluso los cafes-fondas no habían servido lo esperado. Pero a pesar de los pesares, Riello había recaudado por medio del comercio y los servicios el sudor de los omañeses. El prior de Folloso ya sabía lo que se hacía cuando concedió la feria.
Un abazo.
Muchas Gracias por la explicación! A mí gustome mucho más ésta que la otra... pero... ya sabes sobre gustos no hay nada escrito... continua así que lo de la mazada de manteca y el odre tamién te quedó genial. Saludos.
No, por favor, la jefa dando las gracias!
Me pondré como el urogallo de los del Cueto.
Después aparecerá el de la escopeta y a sufrir y uno ya sólo está pa sopicas y un gotín de vino.
Centeno, manojo, gatiñas, ya las he reptido mil veces. Lo siento, uno no da más de sí.
De castigo pa enderezame, bajaré por la Peñona hasta Villamil, cruzaré hasta la Canalina y subiré hasta la LLastra, volveré a cruzar por el puente y bajaré por el camino tars los praos hasta el Ladil, cruzaré por el puente de Campo y ya sin fuercia me tumbaré a sistiar en el Pazonero (Pazconero).
Bueno, Jefa, encantado de hablar contigo. Yo a ti tampoco te conozco pero te sitúo en tu pueblín y te he puesto apellido, algún día sabré si he acertado.
Las gracias para ti por haber empleado esfuerzos, energías y tiempo en poner en funcionamiento este Foro que tantos recuerdos está poniendo en movimiento.
Gracias sinceras.
Me pondré como el urogallo de los del Cueto.
Después aparecerá el de la escopeta y a sufrir y uno ya sólo está pa sopicas y un gotín de vino.
Centeno, manojo, gatiñas, ya las he reptido mil veces. Lo siento, uno no da más de sí.
De castigo pa enderezame, bajaré por la Peñona hasta Villamil, cruzaré hasta la Canalina y subiré hasta la LLastra, volveré a cruzar por el puente y bajaré por el camino tars los praos hasta el Ladil, cruzaré por el puente de Campo y ya sin fuercia me tumbaré a sistiar en el Pazonero (Pazconero).
Bueno, Jefa, encantado de hablar contigo. Yo a ti tampoco te conozco pero te sitúo en tu pueblín y te he puesto apellido, algún día sabré si he acertado.
Las gracias para ti por haber empleado esfuerzos, energías y tiempo en poner en funcionamiento este Foro que tantos recuerdos está poniendo en movimiento.
Gracias sinceras.