Fue en Laredo, no porque fuera el lugar de embarque de Juana la Loca a su encuentro con Felipe el Hermoso, ni porque fuera el Puerto de Castilla en el que desembarcó Carlos I en su tortuoso viaje hasta Yuste. No, sencillamente, porque más o menos se encuentra a mitad de camino entre los destinos de los "encontrantes" en aquel sábado de gloria.
En el punto de encuentro acordado, había gente, pero la duda no nos asaltó en ningún momento. La referencia eran las canas, y vive Dios, que las tenemos. Bien blancas y por suerte todavía con cierta espesura.
El abrazo fue largo y casto, Marilin, no te vayas tu a pensar cosas que no se ajustan a realidad. Las palmadas en la espalda abundantes. Nos miramos y en esos ojillos oscuros y vivarachos me reconocí 54 años atrás por las empinadas calles de Folloso haciendo fechorías, tirando piedras al hijo del maestro, saltando desde la viga encima de la hierba, robando peras a Mundo del pesebre de la corte que daba para la era de Angel, ayudando a misa, comiendo peras morgas en el peral de la huerta o degustando cornezuelos en los huerts de la Peña. No os asustéis, no eran cornezuelos de centeno, eran cornezuelos de los nisales. En la Lomba tenemos un árbol, yo no lo he visto en ningún otro sitio, que da dos frutos comestibles, los cornezuelos y los nisos. Los expertos que nos expliquen por qué se produce este hongo, si es comestible y si tiene valor nutritivo. Nosotros lo comíamos y nos gustaba bastante. Me vi a nidos, contemplando aquellos huevos de azulina con aquel azul inigulable, obsevando al aguilucho batir sus alas esayando su futuro vuelo o bañándonos en el puerto del río Negro... en mil y un sitios siguiendo con fidelidad a mi maestro de fechorías.
Frente a frente en la mesa del restaurante, que por cierto pagó él, le dije " eres L F P Anónimo". Los ojillos vivos y oscuros, la mirada, los dientes un poco separados, el deje de la voz, el cabello entre ensortijado y pequeño rizo que le da volunen y le deja sin frente me daba pistas y despertaba recuerdos suficientes para en un medio cercano a Folloso, descubrirlo y decirle: tú eres L. F. P.... Anónimo. Después de decírselo, el vello de los brazos se erizó, la voz no articulaba palabras, pese al intento y unas lagimillas hicieron brillar mis ojos ya marchitos. Salí del apuro o del momento álgido de la agradable emoción porque el móvil sonó.
Comimos como se debe comer, lentamente y dando tiempo a las papilas degustar y saborear las excelentes viandas norteñas regadas por un buen caldo de Rioja. La convesación no paró, casi había que pedir permiso o subir el tono de voz para poder intervenir. Las preguntas interminables, algunas sobre vosotr@s, y claro, bastantes sin contestar. El comedor era grande y no había ni una mesa sin ocupar, pero no preguntéis por los comensales. Mi atención estaba en el otro "Reencontrante".
Paseamos a la orilla del mar divisando el penal de Santoña al otro lado de la bahía y algún bajel luciendo vela blanca. Seis horas de asueto, cecanía y conversación, de recuerdo y estoy seguro que de la prolongación de una amistad nacida en una edad temprana y en un lugar muy especial, casi mágico. Folloso.
Que te recuperes bien Mundopolis. Y tienes razón, prestome mucho.
Un abrazo de amigo.
En el punto de encuentro acordado, había gente, pero la duda no nos asaltó en ningún momento. La referencia eran las canas, y vive Dios, que las tenemos. Bien blancas y por suerte todavía con cierta espesura.
El abrazo fue largo y casto, Marilin, no te vayas tu a pensar cosas que no se ajustan a realidad. Las palmadas en la espalda abundantes. Nos miramos y en esos ojillos oscuros y vivarachos me reconocí 54 años atrás por las empinadas calles de Folloso haciendo fechorías, tirando piedras al hijo del maestro, saltando desde la viga encima de la hierba, robando peras a Mundo del pesebre de la corte que daba para la era de Angel, ayudando a misa, comiendo peras morgas en el peral de la huerta o degustando cornezuelos en los huerts de la Peña. No os asustéis, no eran cornezuelos de centeno, eran cornezuelos de los nisales. En la Lomba tenemos un árbol, yo no lo he visto en ningún otro sitio, que da dos frutos comestibles, los cornezuelos y los nisos. Los expertos que nos expliquen por qué se produce este hongo, si es comestible y si tiene valor nutritivo. Nosotros lo comíamos y nos gustaba bastante. Me vi a nidos, contemplando aquellos huevos de azulina con aquel azul inigulable, obsevando al aguilucho batir sus alas esayando su futuro vuelo o bañándonos en el puerto del río Negro... en mil y un sitios siguiendo con fidelidad a mi maestro de fechorías.
Frente a frente en la mesa del restaurante, que por cierto pagó él, le dije " eres L F P Anónimo". Los ojillos vivos y oscuros, la mirada, los dientes un poco separados, el deje de la voz, el cabello entre ensortijado y pequeño rizo que le da volunen y le deja sin frente me daba pistas y despertaba recuerdos suficientes para en un medio cercano a Folloso, descubrirlo y decirle: tú eres L. F. P.... Anónimo. Después de decírselo, el vello de los brazos se erizó, la voz no articulaba palabras, pese al intento y unas lagimillas hicieron brillar mis ojos ya marchitos. Salí del apuro o del momento álgido de la agradable emoción porque el móvil sonó.
Comimos como se debe comer, lentamente y dando tiempo a las papilas degustar y saborear las excelentes viandas norteñas regadas por un buen caldo de Rioja. La convesación no paró, casi había que pedir permiso o subir el tono de voz para poder intervenir. Las preguntas interminables, algunas sobre vosotr@s, y claro, bastantes sin contestar. El comedor era grande y no había ni una mesa sin ocupar, pero no preguntéis por los comensales. Mi atención estaba en el otro "Reencontrante".
Paseamos a la orilla del mar divisando el penal de Santoña al otro lado de la bahía y algún bajel luciendo vela blanca. Seis horas de asueto, cecanía y conversación, de recuerdo y estoy seguro que de la prolongación de una amistad nacida en una edad temprana y en un lugar muy especial, casi mágico. Folloso.
Que te recuperes bien Mundopolis. Y tienes razón, prestome mucho.
Un abrazo de amigo.
Creeme me siento como si lo hubiera vvivido. Felicidades Peña por saber transmitir esos sentimientos tan bonitos y felicidades otra vez lo que disfrutaste con ese reencuentro, esas son las cosas que quedan para siempre.