Para averiguar la masa de las cosas que se vendían y que se compraban en aquellos pueblos a pie de puerta se utilizaba la romana. La de plato para la mazada de la manteca, naranjas, peras, manzanas... y la de barra para cosas de más peso, ovejas, castrones, cerdos y personas, aunque estas no se vendían ni se compraban. Las romanas constaban de dos brazos, uno largo, graduado como una regla y otro corto donde se colocaban las cosas que se quería saber su peso. La de plato iba sujeto el mismo con unas cadenitas resistentes que se unían todas en el punto de sujección, donde también testaba el fiel y el gancho de colgarla. Esta pequeña romana yo se la veía usar a Manganeto que solía venir cada quince días en busca de manteca y huevos y ofreciendo las cosas de su comercio andante que sacaba de los serones cargados en su caballo rojo de crines oscuras. Solía decir: "pesa un kilo y dos picadas" y envolvía la mazada de la manteca con un papel satinado y la aplastaba dentro de un cajoón que se veía en un departamento del serón. Con lo adornadita que la habíamos dejado, con aquellos dibujos a tenedor y paleta de madera y... ¡hala!, de cualquier manera al cajón. Vi otra en casa de Anónimo que solían utilizar cuando iban a vender peras redondas por los pueblos y que alguna vez nos habían prestado cuando alguna vaca se había desgraciado de "traidora" e ibas por los pueblos ofreciendo kilos de carne a la gente que cumpliendo el pacto solidario no escrito te compraba para enjuagar un poco la desgracia. Las vacas no eran sagradas como en la India, pero casi. Era el animal que proporcionaba la fuerza de trabajo, el alimento base y el dinero en efectivo.
La romana de brazo largo se basaba en el mismo sistema, dos brazos desiguales y el platillo era sustituido por unos ganchos de hierro fuertes para sujetar lo que se quería pesar. Para sujetar la romana y poder pesar se colgaba de una viga o de alguún soporte fuerte con sus otros potentes ganchos; a esa altura estaba el fiel. La barra graduada era larga y la que había en mi casa estaba graduada en arrobas. El pilón, pieza fundamental de 11'5 kg., era un cono truncado de hierro rematado en su parte más estrecha por un gancho bastante ancho y plano, casi afilado en su interior para que encajase en las muescas que indicaban los diferentes pesos en la barra larga graduada. Me acuerdo de pesar los cerdos después de haberlos matado en el portal, de haber recogido "la morcilla de la mesa" y haber dejado el gocho en canal. La morcilla de la mesa, era una broma que hacían al más pequeño, o sea a mi, y cada año te querían vender la misma burra. La muerte es lo que es y hasta el gocho más valiente en el último estertor se caga como todo hijo de vecino. A mi me decían, "coge esta palangana y estate atento, muy atento, con la palangana debajo del rabo y ya verás que morcilla más buena te da para desayunar". Los cochinos de mi casa eran enormes pesaban, 32, 34 arrobas en canal. Después de chamuscado el cerdo y colocado en el cuartobajo colgado para que escurriera toda la sangre, nos pesábamos y medíamos nuestras fuerzas. Primero nos pesábamos i después se descolgaba la romana y se cambiaba el punto de apoyo, es decir en lugar de estar colgada, se ponía en el suelo el mango de un azadón y se intoducía por debajo el gancho de colgar para que quedara bien sujeto, se pisaba con los dos pies el mango para tener un punto de apoyo fijo. Con las dos manos cogías el gancho donde había estado colgado el cerdo y tirabas para arriba con todas tus fuerzas, te iban corriendo el pilón, hacia el extremo, hasta que ya no podías levantar más; el pilón marcaba en la barra la fuerza que tenías, los kilos que podías levantar. Mi hermano era el campeón, con mucha diferencia con los demás hombres, pero con mucha. Tenía una "fuercia" descomunal.
En el Castillo y en Riello había una báscula para pesar los animales que se vendían a peso. Mi padre calculaba muy bien, con mucha exactitud, tenía muy buen ojo. A mi hermano le enseñó y parecía adivino. La hermana también era certera. Yo ya no aprendí.
Un abrazo.
La romana de brazo largo se basaba en el mismo sistema, dos brazos desiguales y el platillo era sustituido por unos ganchos de hierro fuertes para sujetar lo que se quería pesar. Para sujetar la romana y poder pesar se colgaba de una viga o de alguún soporte fuerte con sus otros potentes ganchos; a esa altura estaba el fiel. La barra graduada era larga y la que había en mi casa estaba graduada en arrobas. El pilón, pieza fundamental de 11'5 kg., era un cono truncado de hierro rematado en su parte más estrecha por un gancho bastante ancho y plano, casi afilado en su interior para que encajase en las muescas que indicaban los diferentes pesos en la barra larga graduada. Me acuerdo de pesar los cerdos después de haberlos matado en el portal, de haber recogido "la morcilla de la mesa" y haber dejado el gocho en canal. La morcilla de la mesa, era una broma que hacían al más pequeño, o sea a mi, y cada año te querían vender la misma burra. La muerte es lo que es y hasta el gocho más valiente en el último estertor se caga como todo hijo de vecino. A mi me decían, "coge esta palangana y estate atento, muy atento, con la palangana debajo del rabo y ya verás que morcilla más buena te da para desayunar". Los cochinos de mi casa eran enormes pesaban, 32, 34 arrobas en canal. Después de chamuscado el cerdo y colocado en el cuartobajo colgado para que escurriera toda la sangre, nos pesábamos y medíamos nuestras fuerzas. Primero nos pesábamos i después se descolgaba la romana y se cambiaba el punto de apoyo, es decir en lugar de estar colgada, se ponía en el suelo el mango de un azadón y se intoducía por debajo el gancho de colgar para que quedara bien sujeto, se pisaba con los dos pies el mango para tener un punto de apoyo fijo. Con las dos manos cogías el gancho donde había estado colgado el cerdo y tirabas para arriba con todas tus fuerzas, te iban corriendo el pilón, hacia el extremo, hasta que ya no podías levantar más; el pilón marcaba en la barra la fuerza que tenías, los kilos que podías levantar. Mi hermano era el campeón, con mucha diferencia con los demás hombres, pero con mucha. Tenía una "fuercia" descomunal.
En el Castillo y en Riello había una báscula para pesar los animales que se vendían a peso. Mi padre calculaba muy bien, con mucha exactitud, tenía muy buen ojo. A mi hermano le enseñó y parecía adivino. La hermana también era certera. Yo ya no aprendí.
Un abrazo.