Ofertas de luz y gas

FOLLOSO: El de las boinas, la de diario y la de ir a la feria,...

El de las boinas, la de diario y la de ir a la feria, está muy guapo.

La boina de diario no sé cual era la razón, pero parecía de una talla menor que la de mudar que se guardaba en el baúl del cuarto de los papás. Cuando tuve fuerzas, levantaba la tapa del baúl, cogía la boina nueva y me la ponía con las dos manos sobre la cabeza. No hacía falta que la calara, ella sóla como una tartera en mi cabeza bailaba. Me asomaba al espejo del lavabo y no me veía. Miraba al suelo y me cercioraba que el suelo de tablas de pino si estaba. Entonces con las dos manos, levantaba la boina y veía mis ojicos debajo de aquella enorme boina negra. La boina nueva, tenía rabo largo y era negra. La de todos los días era más pequeña, no era negra, estaba gastada y descolorida y en lugar de rabo tenía una pequeña cicatriz como si hubiese sido atravesada por un "estaraco". Tanto la de todos los días como la de ir a la feria siempre la llevaba hacia un lado inclinada dejando ver sus blancas y sedosas canas.
La boina le servía para ir cubierto y resguardarse de las inclemencias y rigores del tiempo y para descubrirse en la iglesia o en el cementerio y mostrar con ello respeto.
Cuando el acceso al agua, en alguna fuente escondida, era dificultoso, tiraba de gorra y en un vaso, enseguida, la convertía. Algunas veces me volvía loco para cazar un saltamontes para después caparlo. El veía que no había manera. Se quitaba la gorra, la lanzaba, metía la mano por debajo y, ¡milagro!, un saltamontes, verde, gigante me entregaba. No decía nada, como si fuese la cosa más sencilla. A veces me daba hasta la paja para que lo capara.

Un abrazo.