Hola Emma,
Mirando estos dos mozos casi centenarios me ha venido al presente al observar unos árboles que se ven al fondo de la foto. Seguramente no son los mismos, ni en el mismo sitio, pero es igual, el caso es que el gato cace ratones, sea blanco o rajón.
Uno de esos árboles del fondo me ha recordado un cerezal que Eufronio tenía en un prado que lindaba con las tierras de la Espina. El prado no sé si tenía otro nombre. Las cerezas eran más bien pequeñas pero cuando estaban bien maduras no amargaban. La cerezas de Folloso, menos las vuestras de los cerezos de la era, las famosas de alforja y las negras de Isabel con las que se pintaba los morros Robledo, las demás solían amargar un poco. No sé si había ido a reventar el pozo de la Espina o a qué, el caso es que me vi subido en el cerezal, sentado en un gajo que daba hacia el prado, atropando mansamente las más maduras para mi boca. Después corté unos ramos bien cargados para llevarlos a casa. Eran una delicia de lo cargaditos que estaban. Como los borrachos que siempre les hace daño la última copa, a mi me pasó igual, ya iba a buscar el trocco para bajar, pero me llegó al ojo el mejor cuarteto de cerezas rojas brillantes y la gula... me llevó a su encuentro. Nunca se produjo tal acontecimiento. La rama sobre la cual asentaba mis reales se "desgajó" y este rapacín, sin perder la compostura en forma de cuatro, comprobó una vez más las fuercias de la gravedad y empotraron sus posaderas en la presa cimera del prao de Eufronio. Al quedar el culo hundido en la presa y la espalda recta contra el ribazo, las piernaspara dejar que el culo buscara el fondo de la presa se vinieron hacia delante, golpeando sin ningun miramiento en la nariz y cara del mismo propietario de las piernas. El golpe fue tan fuerte que perdí el sentido de realidad. No sabía dónde estaba. había sangrado por la nariz, no mucho, aunque la camisa y el pantalón estaban algo encarnados.
Mirando estos dos mozos casi centenarios me ha venido al presente al observar unos árboles que se ven al fondo de la foto. Seguramente no son los mismos, ni en el mismo sitio, pero es igual, el caso es que el gato cace ratones, sea blanco o rajón.
Uno de esos árboles del fondo me ha recordado un cerezal que Eufronio tenía en un prado que lindaba con las tierras de la Espina. El prado no sé si tenía otro nombre. Las cerezas eran más bien pequeñas pero cuando estaban bien maduras no amargaban. La cerezas de Folloso, menos las vuestras de los cerezos de la era, las famosas de alforja y las negras de Isabel con las que se pintaba los morros Robledo, las demás solían amargar un poco. No sé si había ido a reventar el pozo de la Espina o a qué, el caso es que me vi subido en el cerezal, sentado en un gajo que daba hacia el prado, atropando mansamente las más maduras para mi boca. Después corté unos ramos bien cargados para llevarlos a casa. Eran una delicia de lo cargaditos que estaban. Como los borrachos que siempre les hace daño la última copa, a mi me pasó igual, ya iba a buscar el trocco para bajar, pero me llegó al ojo el mejor cuarteto de cerezas rojas brillantes y la gula... me llevó a su encuentro. Nunca se produjo tal acontecimiento. La rama sobre la cual asentaba mis reales se "desgajó" y este rapacín, sin perder la compostura en forma de cuatro, comprobó una vez más las fuercias de la gravedad y empotraron sus posaderas en la presa cimera del prao de Eufronio. Al quedar el culo hundido en la presa y la espalda recta contra el ribazo, las piernaspara dejar que el culo buscara el fondo de la presa se vinieron hacia delante, golpeando sin ningun miramiento en la nariz y cara del mismo propietario de las piernas. El golpe fue tan fuerte que perdí el sentido de realidad. No sabía dónde estaba. había sangrado por la nariz, no mucho, aunque la camisa y el pantalón estaban algo encarnados.