En el último texto de Pío Alvarez (por la gentileza, nunca pagada, de la editora María), nos habla, entre otras muchas cosas, de dos tipos de espinos. Uno, el rosal sivestre, con flores blancas o rosas muy perfumadas, es bastante común en la Lomba y supongo que por su abundancia dio nombre a uno de sus pueblos más emblemáticos, Rosales, que esparce sus barios alrededor de varias fuentes al abrigo del Cueto Rosales.
Del otro espino que nos habla Pío es el "cambrión". Yo por este nombre no lo conocía, pero por la descripción que hace de sus alargados y fuertes pinchos y forma y color de su fruto, coincide con el espino que en Folloso llamábamos espino "mayolar". Los pinchos eran muy largs, afilados y cuando te "espinabas" era doloroso y tardabas días en curar. Algunas veces se rompía la punta dentro del músculo y hasta que no te lo sacaban no paraba de doler y casi siempre se infectaba y se producía el correspondiente pus. Corrían leyendas "rurales", en este caso, de que eran tan venenosos porque en sus raíces anidaban las culebras, las víboras y las sacaberas.
Solían crecer en las lindes de los praos o en cualquier ribazo. En otoño cuando se hacían las presas y se podaban los cierres, los espinos mayolares se agrupaban y se ataban con unas varas de palero o salguero haciendo un "bilorto", trenza, se dejaban secar y se utilizaban para cerrar el portillero de los praos para que las vacas no se marcharan. El portillero solía ser una entrada que no tenía cancillones. Los cancillones se utilizaban para cerrar pero para que también pudiesen entrar los carros a por la hierba en su tiempo. Los portilleros, para cerrarlos, se pnían unos palos gruesos de lado a lado, normalmente entre dos forquetas, una a cada lado y después la forcada de espinos con sus buenas leznas para que las vacas al notar sus aceradas púas reculasen y esperasen la hora de recogida.
Otra leyenda lombina explicaba que aquellas manchas oscuras que se veían en la Luna llena, eran una "forcada de espinos".
Un abrazo.
Del otro espino que nos habla Pío es el "cambrión". Yo por este nombre no lo conocía, pero por la descripción que hace de sus alargados y fuertes pinchos y forma y color de su fruto, coincide con el espino que en Folloso llamábamos espino "mayolar". Los pinchos eran muy largs, afilados y cuando te "espinabas" era doloroso y tardabas días en curar. Algunas veces se rompía la punta dentro del músculo y hasta que no te lo sacaban no paraba de doler y casi siempre se infectaba y se producía el correspondiente pus. Corrían leyendas "rurales", en este caso, de que eran tan venenosos porque en sus raíces anidaban las culebras, las víboras y las sacaberas.
Solían crecer en las lindes de los praos o en cualquier ribazo. En otoño cuando se hacían las presas y se podaban los cierres, los espinos mayolares se agrupaban y se ataban con unas varas de palero o salguero haciendo un "bilorto", trenza, se dejaban secar y se utilizaban para cerrar el portillero de los praos para que las vacas no se marcharan. El portillero solía ser una entrada que no tenía cancillones. Los cancillones se utilizaban para cerrar pero para que también pudiesen entrar los carros a por la hierba en su tiempo. Los portilleros, para cerrarlos, se pnían unos palos gruesos de lado a lado, normalmente entre dos forquetas, una a cada lado y después la forcada de espinos con sus buenas leznas para que las vacas al notar sus aceradas púas reculasen y esperasen la hora de recogida.
Otra leyenda lombina explicaba que aquellas manchas oscuras que se veían en la Luna llena, eran una "forcada de espinos".
Un abrazo.