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GRAJAL DE CAMPOS: Decía mi párroco, don Antonio de Cossío y Escalante,...

Decía mi párroco, don Antonio de Cossío y Escalante, aristócrata de cuna y pluma, sacerdote de cuerpo entero, que en la vida de un hombre siempre tiene que haber un campanario.
No hay eje más evidente de la geografía física y humana de España que las enhiestas torres de nuestras catedrales, iglesias, conventos, ermitas y demás lugares sacros, vigías de historia y de una cultura que se ha hecho materia y forma de trascendencia.
El otrora cardenal Joseph Ratzinger confesó, un día, al periodista Vittorio Messori que ?la única apologética verdadera del cristianismo puede reducirse a dos argumentos: los santos que la Iglesia ha elevado a los altares y el arte que ha surgido de su seno.
El Señor se hace creíble por la grandeza de la santidad y por la magnificencia del arte desplegadas en el interior de la comunidad creyente?