Aquí, la intrépida Ana y su primita, preparó una pulpada, no andaría muy lejos Belén. La muy ilusa, me refiero a Ana, creía que con 50 kilillos de pulpo y otras tantas patatolas lo tenía solucionado. Está claro que no conoce a sus paisanines, que se comen al niño Jesús por las patas y que son capaces de beberse el Nilo y dejar al pobre Moisés varado en su cestito. Algunos, muy cercanos a ella, se tuvieron que sacrificar y dejar lo de comer pulpo para otro día, lo siento Javier, otro día será. Y querías hacer dos días, la propia comunidad gallega se hubiera opuesto.