Erase una vez un pequeño
pueblo, anclado en la ladera de la
montaña; en el, cada vecino, solía tener una, dos o más
vacas, que solían disfrutar de la jugosa hierba de esos prados tan bien cuidados... que en esta instantanea se ven. Hoy, casi tres décadas después, solamente uno o dos vecinos, siguen con ellas. y los hermosos prados, desaparecieron plantados de chopos.