A los muy buenos días, casi ya tardes
POEMA A UN MINERO
Te vi temprano en la iglesia
Te ví más tarde en el pueblo
Te vi bailando en la fiesta
Te vi en el prado rioendo
Te vi, y estabas tan linda
Que me hiciste prisionero
Del encanto de tus ojos
Y la gracia de tu cuerpo.
Te vi luego en todas partes,
Te vi como un ángel bueno,
En el día y en la noche
En los trabajos y en sueños.
Eres razón de mi vida,
Te vi y maldije el dinero
Que a los hombres nos separa
De burgueses y plebeyos.
Si tú eras señorita
Yo en la mina era el primero.
Si el dinero nos aislaba
Yo ganaría dinero.
Y así pensaba en la mina,
Y en la mina, el pensamiento
Que es una carga explosiva
Metida en un agujero.
Ni las aguas ni el calor,
Ni el peligro, ni el mal viento,
Ni todas las cosas que hacen
Que la mina sea un infierno.
Para ti el carbón sale sólo,
Me decían los compañeros,
Y entonces, yo te grité`:
¡Aaa…! Te estaba vieno
Prendida en los metales
Que brillaban el techo.
Yo arranqué treinta vagones,
Cuarenta, cien, doscientos,
Son casi doscientos duros,
Y tú vertiendo veneno
De hidalguías y de clases
Repetías sonriendo:
Yo he nacido señorita
¡y tú, naciste minero!
En mi cabeza sentí
Explosiones de barrenos
En tus ojos ví el orgullo
Y entonces exclamé fiero:
Nadie arranque más carbón,
Que no trabaje el labriego,
Que las máquinas se paren
Y nadie venda su esfuerzo;
Hasta que el juez y el patrono,
El letrado y el plebeyo,
Vivan una misma ley
Y sean todos obreros
Que no existan más barreras
Que el amor y el sentimiento
Para que así sepas tú,
Tú que te estabas riendo,
Que es un crimen despreciarme
Sólo porque soy minero
POEMA A UN MINERO
Te vi temprano en la iglesia
Te ví más tarde en el pueblo
Te vi bailando en la fiesta
Te vi en el prado rioendo
Te vi, y estabas tan linda
Que me hiciste prisionero
Del encanto de tus ojos
Y la gracia de tu cuerpo.
Te vi luego en todas partes,
Te vi como un ángel bueno,
En el día y en la noche
En los trabajos y en sueños.
Eres razón de mi vida,
Te vi y maldije el dinero
Que a los hombres nos separa
De burgueses y plebeyos.
Si tú eras señorita
Yo en la mina era el primero.
Si el dinero nos aislaba
Yo ganaría dinero.
Y así pensaba en la mina,
Y en la mina, el pensamiento
Que es una carga explosiva
Metida en un agujero.
Ni las aguas ni el calor,
Ni el peligro, ni el mal viento,
Ni todas las cosas que hacen
Que la mina sea un infierno.
Para ti el carbón sale sólo,
Me decían los compañeros,
Y entonces, yo te grité`:
¡Aaa…! Te estaba vieno
Prendida en los metales
Que brillaban el techo.
Yo arranqué treinta vagones,
Cuarenta, cien, doscientos,
Son casi doscientos duros,
Y tú vertiendo veneno
De hidalguías y de clases
Repetías sonriendo:
Yo he nacido señorita
¡y tú, naciste minero!
En mi cabeza sentí
Explosiones de barrenos
En tus ojos ví el orgullo
Y entonces exclamé fiero:
Nadie arranque más carbón,
Que no trabaje el labriego,
Que las máquinas se paren
Y nadie venda su esfuerzo;
Hasta que el juez y el patrono,
El letrado y el plebeyo,
Vivan una misma ley
Y sean todos obreros
Que no existan más barreras
Que el amor y el sentimiento
Para que así sepas tú,
Tú que te estabas riendo,
Que es un crimen despreciarme
Sólo porque soy minero
Es muy bonito el poema y muy entrañable, pero hay gente que el arbol no le deja ver el bosque
Siempre será así.
y lo que tenga que ser será
Siempre te alcanza tú destino.
Pero no llega nunca el día de la vispera
A cada goch@ le llega su samartino