¡Hola!
Una vez leído tu comunicado, perdona que te tutee aunque no pongo en pie quien eres, en él hablas de uno de los libros publicados por D. Fidel Blanco Castilla, libro que he buscado por varios medios sin éxito pues me gustaría leerlo, voy a transcribir el único capítulo que conozco del mismo, por la enseñanza que transmite, tan útil para la vecindad si sus componentes la llevaran a la práctica, algo que a todas luces se obvia en nuestro municipio. Dice así:
Parábola de los siete mimbres.-
Era una vez un padre que tenía siete hijos. Cuando estaba para morir, llamó a los siete y les dijo así:
- Hijos, ya sé que no puedo durar mucho; pero antes de morir quiero que cada uno de vosotros me vaya a buscar un mimbre seco y me lo traiga aquí.
- ¿Yo también?- preguntó el menor, que sólo tenía cuatro años.
El mayor tenía veinticinco, y era un muchacho muy fuerte, y el más valiente de la aldea.
- Tú también, respondió el padre al menor.
Salieron los siete hijos, y de allí a poco volvieron, trayendo cada uno su mimbre seco.
El padre cogió el mimbre que trajo el hijo mayor, y se lo entregó al más pequeño, diciéndole:
- Parte este mimbre -
El pequeño partíó el mimbre, y no le costó nada partirlo.
Después el padre entregó otro mimbre al mismo hijo más pequeño y le dijo:
- Ahora, parte este también.
El niño lo partió, y partió, uno por uno, todos los demás, que el padre le fue entregando y no le costó nada partirlos todos. Partido el último, el padre dijo otra vez a los hijos:
- Ahora id a por otro mimbre y traédmelo.
Los hijos volvieron a salir, y de allí a poco estaban junto al padre cada uno con su mimbre.
- Ahora dádmelos acá - dijo el padre.
Y de los mimbres todos hizo un haz, atándolo con un junco. Y volviéndose al hijo mayor, le dijo así:
- Toma este haz. Partelo.
El hijo empleó cuanta fuerza tenía, pero no fue capaz de partir el haz.
- ¿No puedes? - preguntó al hijo.
- No, padre; no puedo.
- ¿Y alguno de vosotros es capaz de partirlo? Probad.
Ninguno fue capaz de partirlo, ni dos juntos, ni tres, ni todos juntos.
El padre les dijo entonces:
- Hijos míos, el menor de vosotros partió, sin costarle nada, todos los mimbres, mientras los partió uno por uno, y el mayor de vosotros no pudo partirlos todos juntos; ni vosotros, todos juntos, fuísteis capaces de partir el haz. Pues bien acordaos de esto y de lo que voy a deciros: mientras todos vosotros estéis unidos, como hermanos que sois, nadie se burlará de vosotros ni os hará mal, ni os vencerá. Pero luego que os separéis o reine entre vosotros la desunión, fácilmente seréis vencidos.
Acabó de decir esto y murió, y los hijos fueron muy felices, porque vivieron siempre en buena hermandad, ayudándose siempre unos a otros y como no hubo fuerzas que los desuniesen, tampoco hubo nunca fuerzas que los venciesen.
(Recogida por Trindade Coelho en su obra "Mis amores").
Te agradeceré que, si hubiera algún error en la transcripción, lo corrijas.
Por otro lado invito a nuestros seguidores a que reflexionen sobre lo que dice la parábola del maestro y lo que ven en su entorno y comparen.
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.
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