- ¿A donde vas Olivita tan pequeñita y ufana?
- Voy a ofrecer estas
flores a la Reina Soberana.
- ¿A qué reina?
- A la del
cielo.
- ¡Pero si tú no la conoces!
- ¡Qué no la conozco yo! Yo la admiro con mi fe y también por esa imagen ¿No ves que bonita es? Le gustan mucho las flores, pero lo que más le gusta son los puros corazones.