Raquel, este elemento me recuerda a sus padres -tus abuelos- personas a las que yo adoraba y adoro, porque cada vez que iba comprar me dejaban entrar donde amasaban y cocían el pan y hacer un bollito que luego Luciano padre me enseñaba, subido en una silla, a meter y sacar en aquel horno gigante con aquellas palas tan enormes para mí. Salía con aquel tesoro y nunca lo llevaba a casa, lo comía por el camino antes de que se enfriara.