Hoy es el día del patrón de nuestro barrio, Santiago, así se celebró durante muchos años.
La fiesta del barrio de Santiago fue iniciativa de los vecinos, que estaban desilusionados porque, a pesar de contribuir a las fiestas de la Ascensión y de la Romería en La Magdalena y de Santa Eugenia en Otero, nunca les llegaban los banderines ni los pasacalles. Así fue como decidieron organizar su propia fiesta, que en su primer año recuerdo como un gran acontecimiento. Se compró la imagen del santo por suscripción popular y los hombres -jóvenes y mayores- engalanaron los camiones de Felipe y Tomasón con ramos y arcos de flores naturales y pusieron unos tablones a modo de bancos en la caja de cada camión. En el primer camión iban el santo y los promotores, en el siguiente las familias completas. En aquellas originales carrozas llegamos hasta la iglesia de Otero, dónde nos estaba esperando el sacerdote para bendecir la imagen. Los años siguientes se repitió la procesión de los camiones engalanados llevando a la gente pero ya sin el santo, que se quedó en la iglesia de Otero para siempre.
Para hacer la fiesta se cortaba el tráfico, se ponía el templete de los músicos debajo de los chopos y se formaba un baile multitudinario en el mismo cruce de carreteras al que acudían jóvenes de todo el contorno; la fiesta terminaba con unos fuegos artificiales impresionantes. Con el paso del tiempo, debido al aumento de la circulación, prohibieron que se interrumpiese el tráfico y el baile se trasladó al pradón que hay enfrente del Crucero, dónde también se ponía la barra de bebidas y se instalaban la tómbola, los caballitos y hasta el circo algunos años.
¡Qué pena que se perdiese la fiesta de Santiago!
La fiesta del barrio de Santiago fue iniciativa de los vecinos, que estaban desilusionados porque, a pesar de contribuir a las fiestas de la Ascensión y de la Romería en La Magdalena y de Santa Eugenia en Otero, nunca les llegaban los banderines ni los pasacalles. Así fue como decidieron organizar su propia fiesta, que en su primer año recuerdo como un gran acontecimiento. Se compró la imagen del santo por suscripción popular y los hombres -jóvenes y mayores- engalanaron los camiones de Felipe y Tomasón con ramos y arcos de flores naturales y pusieron unos tablones a modo de bancos en la caja de cada camión. En el primer camión iban el santo y los promotores, en el siguiente las familias completas. En aquellas originales carrozas llegamos hasta la iglesia de Otero, dónde nos estaba esperando el sacerdote para bendecir la imagen. Los años siguientes se repitió la procesión de los camiones engalanados llevando a la gente pero ya sin el santo, que se quedó en la iglesia de Otero para siempre.
Para hacer la fiesta se cortaba el tráfico, se ponía el templete de los músicos debajo de los chopos y se formaba un baile multitudinario en el mismo cruce de carreteras al que acudían jóvenes de todo el contorno; la fiesta terminaba con unos fuegos artificiales impresionantes. Con el paso del tiempo, debido al aumento de la circulación, prohibieron que se interrumpiese el tráfico y el baile se trasladó al pradón que hay enfrente del Crucero, dónde también se ponía la barra de bebidas y se instalaban la tómbola, los caballitos y hasta el circo algunos años.
¡Qué pena que se perdiese la fiesta de Santiago!