Virgilio, tu recordarás -porque posiblemente estuvieras en el ajo o alguno de tus hermanos- una noche de Santiago, después de acabar el baile con todo cerrado, que en la parte de atrás donde estuvo el ambigú varios mozos se dedicaron a hacer salto de longitud mientras acababan las últimas copas. Como estaban un poco tocaos les parecía que saltaban poco y decidieron que era porque les molestaban los pantalones. Ni cortos ni perezosos se los quitaron y se pusieron a saltar en calzoncillos con tan mala suerte que pasaba la guardia civil por la carretera y los localizó. Los mozos salieron corriendo para la huerta que estaba detrás de la casa menos uno que se despistó y le dieron unos buenos sopapos allí mismo.