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LA MAGDALENA: Cuando nos percatamos que Jacinto nos esperaba detrás...

Buenas noches, ahí va otro recuerdo relacionado esta vez con una de las niñas de la foto, Cori, la que está tapando el texto del encerado. Vive en la casa siguiente a la de Pili y Virgilio, donde ya vivía su padre Jacinto.
Al atardecer, cuando veníamos del rosario nos dedicábamos a llamar a todas las puertas que nos quedaban de paso. No se si nos gustaba tanto ir al rosario por devoción o por la diversión que venía después. Donde mas nos prestaba picar era en la casa de Jacinto, porque siempre salía enfurecido para regocijo de la chavalería. Nos prestaba tanto, que algunos días volvíamos atrás y llamabamos dos o tres veces. Uno de esos días se hartó y estaba esperando con la puerta medioabierta, precisamente cuando me tocaba a mí ir a picar. Al ir a agarrar el picaporte, la puerta se abrió y yo fui detrás por el impulso, quedándome atrapada en el recibidor de la casa en manos de Jacinto. Aunque fue mas el susto que me dio que la regañina que me echó, durante una buena temporada se nos quitaron las ganas de acercarnos a aquella puerta.

Cuando nos percatamos que Jacinto nos esperaba detrás de la puerta medioabierta, no volvimos a llamar a su casa después del rosario pero mandábamos a los hijos los guardias nuevos, advirtiéndoles antes “Pica, pica, pero tomando impulso”