Padre, gracias por tu gesto, intercedes por mí sin merecérmelo.
Tu me advertiste desde un principio que, tocara lo que tocara, fuera al conservatorio. No te hice caso y por ahorrarme la matrícula, aquí me tienes tocando de oído y mira la que se ha liado. Tu gesto por poner al frente esa ingletadora, que fue de la poca herramienta que no te estropeé, dice mucho de tí, pero deja que sea el seguro de mi tambor el que de la cara, yo por mi parte prometo no mirar hacía más techos mientras toque. Daré la cara como corresponde e iré a hablar con Fini, presentándole mis disculpas y si algo ha tenido que ver mi tambor en esta incidencia, lo asumiré, pero si el perito determina que la causa ha sido otra, que esas alubias con jabalí se pongan a la altura de las circunstancias, que vaya como hicieron trabajar a ciertos intestinos.
Sin más por el momento, saludo efusivamente a toda esa buena gente que de una manera u otra se han visto implicados directamente en este asunto (a Pin, a Manolo y al de la bragueta y por supuesto a Fini, la cual ruego se haga cargo de ciertas circunstancias); que ojalá nuestras amistades no se vean deterioradas por todo ello.
También quiero enviar un saludo efusivo a Tinina y a Mariví.
Firmado: el del tambor.
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