Lo que mas se recordaba en la venta de Aguasmestas era a los arrieros del chaleco dorado. Los arrieros dormían en la cuadra o en el pajar, sobre las mantas que siempre llevaban encima o entre ellas cuando el frio apretaba y con las albardas o la silla de montar de cabezal. La moza de la venta –creo que era de Cornombre- dormía en la cocina, sobre el ancho banco bien mullido, detrás de la mesa. Uno de los arrieros había echado el ojo a la moza, así que una noche, muy pagado de su suerte, fue derecho al banco de la cocina con claras intenciones. La moza, que no era de su mismo parecer y estaba muy segura de las fuerzas que le habían dado los aires, las cecinas y las mantequillas de sus brañas, enganchó al mozo por donde mas pecar quería, lo zarandeó a uno y a otro lado y lo lanzó contra los hierros de los morillos partiéndole el espinazo.
¿Qué pasó a la moza después?... ¿Y qué había de pasarle?... No se olvide que algunos clientes habituales de la venta de Aguasmestas eran políticos muy por lo alto, Dato, Merino, Carballo, Arias… Todos, en la ocasión del arriero y la moza, estuvieron de muy acuerdo en defender a esta, porque había obrado en defensa de su honra y del buen nombre de la venta. Y desde entonces, este episodio se contaba por lo bajini para advertencia de arrieros y carreteros que llegaban a la venta.
Historia recopilada en "La Omaña, donde los montes suspiran", Florentino Agustín Díez.
¿Qué pasó a la moza después?... ¿Y qué había de pasarle?... No se olvide que algunos clientes habituales de la venta de Aguasmestas eran políticos muy por lo alto, Dato, Merino, Carballo, Arias… Todos, en la ocasión del arriero y la moza, estuvieron de muy acuerdo en defender a esta, porque había obrado en defensa de su honra y del buen nombre de la venta. Y desde entonces, este episodio se contaba por lo bajini para advertencia de arrieros y carreteros que llegaban a la venta.
Historia recopilada en "La Omaña, donde los montes suspiran", Florentino Agustín Díez.