Según nuestra tradición, la noche del 5 de enero, los Reyes Magos viajan por todo el mundo con los pajes y los camellos, entregando regalos a niños y mayores.
Para que los Reyes encontrasen el camino, durante los días previos al 6 de enero, los mozos de La Magdalena y Canales atropaban leña y la iban colocando en montones haciendo un camino por la cimera del monte desde el embalse de Selga hasta el cementerio de Canales, donde se preparaba el montón más grande. El día 5 de enero, al anochecer, encendían los montones de leña, empezando por los más lejanos, a l vez que hacían sonar cencerros, flautas y cornetas con gran estruendo. Desde las casas veíamos como el fuego avanzaba como un reguero hacia el pueblo, marcando el camino que guiaba a los Reyes, a la vez que oíamos acercarse el ruido de los cencerros y las cornetas y nos imaginábamos una comitiva de cientos de pajes y camellos transportando nuestros regalos. El fuego y el estruendo provocaban en nosotros una gran expectación y nos íbamos a la cama esperando aquellos mágicos regalos de los Reyes, que eran fundamentalmente cosas útiles, como pijamas o calcetines, mandarinas y dos bombones para cada uno; los Reyes no se podían permitir juguetes que eran cosa de Papá Noel y países prósperos.
Para que los Reyes encontrasen el camino, durante los días previos al 6 de enero, los mozos de La Magdalena y Canales atropaban leña y la iban colocando en montones haciendo un camino por la cimera del monte desde el embalse de Selga hasta el cementerio de Canales, donde se preparaba el montón más grande. El día 5 de enero, al anochecer, encendían los montones de leña, empezando por los más lejanos, a l vez que hacían sonar cencerros, flautas y cornetas con gran estruendo. Desde las casas veíamos como el fuego avanzaba como un reguero hacia el pueblo, marcando el camino que guiaba a los Reyes, a la vez que oíamos acercarse el ruido de los cencerros y las cornetas y nos imaginábamos una comitiva de cientos de pajes y camellos transportando nuestros regalos. El fuego y el estruendo provocaban en nosotros una gran expectación y nos íbamos a la cama esperando aquellos mágicos regalos de los Reyes, que eran fundamentalmente cosas útiles, como pijamas o calcetines, mandarinas y dos bombones para cada uno; los Reyes no se podían permitir juguetes que eran cosa de Papá Noel y países prósperos.