Las hermanas mayores siempre nos llevaban con ellas a todas partes, al rosario, a las romerias... Con ellas nos sentíamos seguras, íbamos con ese paso tan firme que nada nos asustaba. Y si volvíamos de noche de alguna fiesta ¡cómo nos prestaba venir cantando en voz alta para que no nos diese miedo la oscuridad!