¡Buen día primaveral para tod@s!
Noemí con este poema tan bonito (como todos los tuyos) es un privilegio empezar la mañana, así no hay tristeza que se resista. Gracias preciosa.
¡Que paséís todos un estupendo lunes!
Un fuerte abrazo.
Noemí con este poema tan bonito (como todos los tuyos) es un privilegio empezar la mañana, así no hay tristeza que se resista. Gracias preciosa.
¡Que paséís todos un estupendo lunes!
Un fuerte abrazo.
! Hola Coral!! Hola muchachos! Pues veréis, he estado revolviendo carpetas, y si que me han llamado la atención algunos poemas que en ellas he hallado. Pensando en que ayer fue un día estéril pese a se día de la poesía, he buscado entre las carpetas mas antiguas, escritas en otro país, tratando de hacer memoria, sobre un poema que escribí en los movidos días de un Mayo del 68.
Todo aquel tropel de gentes en las calles parisienes, me llevaron a cobijarme en mi "chambre", y escribí como las gentes se revuelven cuando otras gentes ocupan el espacio que pertenece a todos. He cerrado los ojos y elegido un folio sobado y amarillento. No era un poema, si no la expresión de mi estado e ánimo de aquel día.
Comenzaba diciendo: aquí estoy, en medio de la ciudad y la protesta. Aquí está este humilde jornalero, escuchando voces inconformes con el sistema. Aquí estoy y quisiera arañar versos a las voces, e ir a tras voces lejanas, antes de las maletas de cartón que salían de los pueblos a las ciudades, o compo en este caso, atravesando fronteras. Y...! Dios, ni tan siquiera un poema de campos niños: de campos de amapolas entre los verdes trigos! las voces se me antojaban voces de segadores que hubieren perdido sus hoces y entristecidos los hombres, arrojaban al viento sus sombreros de paja. Eran hombres hambrientos, que decían:! Basta ya de cuatro espigas mal granadas! Y con dolor dejaron los campos, y se aventuraron por las calles del silencio, como ángeles derrotados... pero no, los hombres enteros, esos hombres morenos del surco, y curtidos del arado o el barreno: trunfarán, y triunfaron. Y atras quedaron los pedregales y el prado tristes las florecillas. Y el canto de los arroyos, y los viejos robles...
Y otras voces nacieron: otros ruido, que apagaron ruiseñores para siempre.
Solo en los silencios mas largos, cantarían las hoces en el recuerdo, y los segadores, recordaron que tiempo atrás, también callaron largo tiempo los arados, y que aún se escuchaba el rumor de voces vengativas...
Mientras leo estas viejas líneas, me descubro, que el mundo ha cambiado poco: que aún hay voces perseguidas que las apagan los fusiles... igual que entonces, cuando yo era niño.
libertad.
Todo aquel tropel de gentes en las calles parisienes, me llevaron a cobijarme en mi "chambre", y escribí como las gentes se revuelven cuando otras gentes ocupan el espacio que pertenece a todos. He cerrado los ojos y elegido un folio sobado y amarillento. No era un poema, si no la expresión de mi estado e ánimo de aquel día.
Comenzaba diciendo: aquí estoy, en medio de la ciudad y la protesta. Aquí está este humilde jornalero, escuchando voces inconformes con el sistema. Aquí estoy y quisiera arañar versos a las voces, e ir a tras voces lejanas, antes de las maletas de cartón que salían de los pueblos a las ciudades, o compo en este caso, atravesando fronteras. Y...! Dios, ni tan siquiera un poema de campos niños: de campos de amapolas entre los verdes trigos! las voces se me antojaban voces de segadores que hubieren perdido sus hoces y entristecidos los hombres, arrojaban al viento sus sombreros de paja. Eran hombres hambrientos, que decían:! Basta ya de cuatro espigas mal granadas! Y con dolor dejaron los campos, y se aventuraron por las calles del silencio, como ángeles derrotados... pero no, los hombres enteros, esos hombres morenos del surco, y curtidos del arado o el barreno: trunfarán, y triunfaron. Y atras quedaron los pedregales y el prado tristes las florecillas. Y el canto de los arroyos, y los viejos robles...
Y otras voces nacieron: otros ruido, que apagaron ruiseñores para siempre.
Solo en los silencios mas largos, cantarían las hoces en el recuerdo, y los segadores, recordaron que tiempo atrás, también callaron largo tiempo los arados, y que aún se escuchaba el rumor de voces vengativas...
Mientras leo estas viejas líneas, me descubro, que el mundo ha cambiado poco: que aún hay voces perseguidas que las apagan los fusiles... igual que entonces, cuando yo era niño.
libertad.