El señor novio de hoy
vino en barco de primera
a visitar a sus padres
y elegir su compañera.
Cuando puso el pie en tierra
y en su casa aposentó
dirigió su pensamiento
a la mas fina que halló.
Despídete niña hermosa
de la casa de tus padres,
que te llevan tus amores
a vivir a Buenos Aires.
Neste altito descansamos
y aquí tomamos aliento,
para enseñarle a la novia
el camino verdadero.
Este pueblo de La Cueta
para mujeres la fama,
y aquí está la novia de hoy
mas esbelta que una palma.
“Bueno, las bodas, cuando se casaba la gente, se invitaban los familiares y la gente del pueblo. El padrino era de parte del novio, la madrina de parte de la novia. Luego el padrino tenía el derecho de pagar al músico y algún otro gasto, y la madrina de hacer las roscas, unas pa correr, otras pa los chiquillos, otra pa los mozos, y luego la mesa, a los convidados, un bollo que se comía al final de la comida. Dulce, con huevos, buena harina, manteca y azúcar. Estando bien amasaó… era muy rica…”
Así escucho yo a la Sra. Adelaida, entre la modorra del licor de Coyanza y el calor de la lumbre, mientras pienso en filandones y calechos, que van juntos pero no son lo mismo… ¿qué votaría Adelaida Valero? “Eso no te lo digo, Eudosia” dice con una sonrisa picarona.
vino en barco de primera
a visitar a sus padres
y elegir su compañera.
Cuando puso el pie en tierra
y en su casa aposentó
dirigió su pensamiento
a la mas fina que halló.
Despídete niña hermosa
de la casa de tus padres,
que te llevan tus amores
a vivir a Buenos Aires.
Neste altito descansamos
y aquí tomamos aliento,
para enseñarle a la novia
el camino verdadero.
Este pueblo de La Cueta
para mujeres la fama,
y aquí está la novia de hoy
mas esbelta que una palma.
“Bueno, las bodas, cuando se casaba la gente, se invitaban los familiares y la gente del pueblo. El padrino era de parte del novio, la madrina de parte de la novia. Luego el padrino tenía el derecho de pagar al músico y algún otro gasto, y la madrina de hacer las roscas, unas pa correr, otras pa los chiquillos, otra pa los mozos, y luego la mesa, a los convidados, un bollo que se comía al final de la comida. Dulce, con huevos, buena harina, manteca y azúcar. Estando bien amasaó… era muy rica…”
Así escucho yo a la Sra. Adelaida, entre la modorra del licor de Coyanza y el calor de la lumbre, mientras pienso en filandones y calechos, que van juntos pero no son lo mismo… ¿qué votaría Adelaida Valero? “Eso no te lo digo, Eudosia” dice con una sonrisa picarona.