Sandra, quiero que le digas a tu Alma que la envidio por la buena vida que se lleva. Tiene una vida de perra que la quiero para mí, la tratas como a una reina, la vienen a buscar para darle un baño, la llevan a la peluquería, la llevan al veterinario, y, cuando vuelve a casa tiene el césped segadito para disfrutarlo sin soportar el ruido de la segadora.
¿Se puede pedir más?
¿Se puede pedir más?