El nombre "La Mata" alude sin duda a un lugar bien tupido de
árboles a orillas del
río Curueño. La
tradición, por este motivo, sitúa al
pueblo durante la época
medieval alrededor de la
ermita de
San Tirso y en la ladera del
monte denominado "El Matón" y que cuando el pueblo quedó emplazado en la ubicación actual siguió llamándose "La Mata", no solo por conservar el nombre, sino porque el lugar de su ubicación estaba ocupado por grandes matas de chopos, negrillos y paleras, pues se trataba de un enclave extendido alrededor de las
fuentes y de una gran
laguna que se encontraba en la hoy denominada "
Plaza de Felipe Fernández". Este punto de referencia divide desde siempre el casco urbano en dos mitades llamadas hasta hoy en día "El
Barrio Arriba" y "El Barrio Abajo".
También la tradición, vinculada fuertemente a realidades bien tangibles, nos habla de la procedencia sociológica del pueblo. Un señor feudal defendía estas tierras, su hacienda particular, desde la atalaya del
castillo afincado en la cresta del monte denominado todavía hoy "El Castillo", con buena perspectiva hacia el sur. Sus colonos habitaban el "
Caserío" que luego, una vez aposentado el señor en el
valle, iría poco a poco convirtiéndose en pueblo, sin autonomía primero y autónomo después, pero creemos que siempre, hasta muy entrado el siglo XVII, muy ceñido a pocas
familias con posesiones propias; las demás servían o arrendaban las tierras. Ello explica la gran cantidad de vecinos inmigrados a La Mata desde los
pueblos de la
montaña como Correcillas, Villafeide, Pedrún, Vegacervera, Matallana, Robles,
Campohermoso, Valdepiélago y, sobre todo Ranero y Otero que enviaban cuadrillas de espadadoras de lino y escavadores de legumbres.