La leonesa Pola de Gordón ha pasado de ser población de turismo familiar asturiano a una isla de hombres solos. No es que los asturianos que van a secar a la meseta hayan desaparecido, sino que ahora son menos visibles. La culpa la tiene la variante de
Pajares, esa obra monstruo que se traga
montañas y que cambia
pueblos. Le ha tocado a Pola de Gordón y pronto le tocará a Campomanes, a este lado de la Cordillera. Las obras reunen hoy en La Pola y
Buiza, a seis kilómetros, a más de 600 trabajadores
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