La cueva del tubo, de pequeños todos entrabamos, arrodillados y con una simple linterna que casi nunca alumbraba, pero en compañia de mi amigo Manolo García, nos sentiamos bien y a gatas entrabamos unos cuantos metros, hasta una bifurcación o eso me parece.seguiamos uno de los brazos y con el miedo en el cuerpo y medio a oscuras llegabamos a una luz que se reflejaba a lo lejos...era un agujero pequeño que daba al techo de otra cueva, pero no podíamos bajar y habia que volver por el mismo sitio, temblando...