Está visto que este foro es muy activo, y si te despistas unos días, tienes que rebobinar para comentar lo que habías pensado.
Hace unos días, Bel escribía para ofrecerse a colaborar "entre brisca y brisca". Esta frase me llenó de nostalgia de las partidas de cartas que se celebraban durante el Lilandero, sobre todo por las Navidades.
Como veo que los participáis escribiendo soy jóvenes, me vais a permitir que, en recuerdo de mi infancia y en honor de todos a los que les estáis sacando información, intente explicar qué es el Lilandero.
El Lilandero es una reunión de familias, que vivían más o menos cerca, que se celebraban por las noches, después de cenar, todos los días de invierno en una de las casas, previamente, convenida, para charlar, jugar y realizar tareas domésticas.
La televisión no existía y la radio se oía con interferencias por las noches, como ahora. No obstante, recuerdo que se escuchaba la "Pirináica" mucho mejor que en Madrid, y no digamos "Aquí París" que daban un informativo de 10 minutos, a las 11,00 de la noche, sobre España muy bueno.
Para el Lilandero, lo ideal es que la cocina, además de grande, tuviera un buen espacio por detrás y encima de la chapa para que cogiera un escaño, algún tayuelo y sillas. Como el frío apretaba el personal se ponía en este lugar para calentar bien los pies.
El calzado ideal para ir al Lilandero eran las madreñas y las zapatillas, por lo dicho anteriormente.
El juego ideal era la brisca, habitualmente, de "seis", aunque también se había el parchís, la oca y, más moderno, el dominó.
Las mujeres hilaban el copo con la rueca y el "fuso". Ahí, el vellón se va convirtiendo en mazorca, para después pasar a madeja y, tras ser lavada, en ovillo. Como curiosidad, decir que la lana no se podía lavar antes de hilar pues dificultaba su laboreo y se rompía. El tintado se hacía en madeja o cuando se había finalizado la prenda. En el Lilandero, también, se tejía, pues se confeccionaban los calcetines, los jerseys, los pasamontañas y otras prendas de abrigo.
Los hombres aprovechaban para hacer los dientes de los rastros, de las "viendas" y otros trabajos en madera (limpiar las cayadas, los mangos de las herramientas). Creo recordar que cocían previamente la madera de los dientes para evitar el carcoma.
¡Ay, aquellas partidas de brisca, en las que era más importante coger la seña del contrario, que dar la tuya! Bel, guiñó el ojo.
Hace unos días, Bel escribía para ofrecerse a colaborar "entre brisca y brisca". Esta frase me llenó de nostalgia de las partidas de cartas que se celebraban durante el Lilandero, sobre todo por las Navidades.
Como veo que los participáis escribiendo soy jóvenes, me vais a permitir que, en recuerdo de mi infancia y en honor de todos a los que les estáis sacando información, intente explicar qué es el Lilandero.
El Lilandero es una reunión de familias, que vivían más o menos cerca, que se celebraban por las noches, después de cenar, todos los días de invierno en una de las casas, previamente, convenida, para charlar, jugar y realizar tareas domésticas.
La televisión no existía y la radio se oía con interferencias por las noches, como ahora. No obstante, recuerdo que se escuchaba la "Pirináica" mucho mejor que en Madrid, y no digamos "Aquí París" que daban un informativo de 10 minutos, a las 11,00 de la noche, sobre España muy bueno.
Para el Lilandero, lo ideal es que la cocina, además de grande, tuviera un buen espacio por detrás y encima de la chapa para que cogiera un escaño, algún tayuelo y sillas. Como el frío apretaba el personal se ponía en este lugar para calentar bien los pies.
El calzado ideal para ir al Lilandero eran las madreñas y las zapatillas, por lo dicho anteriormente.
El juego ideal era la brisca, habitualmente, de "seis", aunque también se había el parchís, la oca y, más moderno, el dominó.
Las mujeres hilaban el copo con la rueca y el "fuso". Ahí, el vellón se va convirtiendo en mazorca, para después pasar a madeja y, tras ser lavada, en ovillo. Como curiosidad, decir que la lana no se podía lavar antes de hilar pues dificultaba su laboreo y se rompía. El tintado se hacía en madeja o cuando se había finalizado la prenda. En el Lilandero, también, se tejía, pues se confeccionaban los calcetines, los jerseys, los pasamontañas y otras prendas de abrigo.
Los hombres aprovechaban para hacer los dientes de los rastros, de las "viendas" y otros trabajos en madera (limpiar las cayadas, los mangos de las herramientas). Creo recordar que cocían previamente la madera de los dientes para evitar el carcoma.
¡Ay, aquellas partidas de brisca, en las que era más importante coger la seña del contrario, que dar la tuya! Bel, guiñó el ojo.
Me ha encantado tu aportación.