Transcurría la tarde del día 22 de julio, aparecían unas pequeñas nubes y el sol perdía fuerza. Allá en lontananza, o sea, por la Formiga y el Alto de la Prida, desde la Cascariella se veía más circulación que otros viernes.
-Anda, mira este año parece que se adelanta el personal.
-No lo creas, es que cada uno aprovecha para echar un vistazo a la casa, coger unas cerezas o quitar unas hierbas. Y así, mañana estarán más tranquilos.
Allá, por las nueve de la noche, el local comedor ya estaba preparado, la iglesia barrida y la cita, para dar los últimos retoques y engalanarlos, establecida.
-Oye, ten cuidado no te caigas y no comas muchas.
-Ya, ya. Me han dicho que este año anda un andancio que no saben si achacarlo a las cerezas o al agua.
-Ostre, yo le he echado la culpa a que comí muchas y luego me metí dos buenos tragos de agua. Así que no te puedo sacar de la duda.
-Os habéis enterado, este año el jabalí ha comido las cerezas de las ramas bajas.
-Ya decía yo ¿Quién coño se habrá estado revolcando debajo del mi cerezal?
-Tu, has tenido suerte como tienen que saltar la pared y además la casa de al lado está habitada, se fueron al del vecino.
En el recorrido por el pueblo, es obligado para saludar a los vecinos e intercambiar esas anécdotas ocurridas desde el año anterior.
- ¿Sabes si … va a venir?
-Sí, ése no se lo pierde, el que no viene es, pues tiene otro compromiso.
Amanece, el cielo está cubierto. Hace calor, como si fuese a venir la tormenta. Hay poco rocío, buena señal.
Las diez y media, era la hora convenida, para poner las flores y colocar unos bancos. Aunque en el calendario no figure como Fiesta Local, lo parece, y todo se andará, digo yo ¿O no?
La carretera, por el Alto de la Prida, siguen llegando coches con invitados y rezagados.
El señor Cura toca a Misa, son las 12,50, y todo el que quiere asistir se va acercando. Por el camino nuevos encuentros y saludos, alguno en tono de broma, pero es verdad.
- ¿Qué tal desde el año pasado? Porque ahora sólo hace un año que no nos vemos.
-Ni que lo digas, antes a lo peor se pasaban cinco o seis y no nos veíamos...
- ¿Quién nos iba a decir a nosotros hace 40 años, qué íbamos a venir sólo al pueblo de fiesta como los “vraneantes” de antes?
- Desde luego, sólo veníamos a segar y trabajar como …
Nada más entrar en el portal ¡Sorpresa! ¡El Pendón!
-Anda mira, lo han sacado.
Allí estaba apoyado en el soportal, enrollado al palo, majestuoso y evocando los recuerdos de juventud.
La vara era más corta, según dijeron para facilitar su transporte a Nuestra Señora de Pandorado. Por lo demás, la tela, los cordones y la cruz están muy bien conservados. No puede evitar el tocarlo. ¡Cuánto tiempo!
La Iglesia, también, había sido retejada y pintada.
Termina la Misa. Alguno pensamos que habría una procesión para presumir de Pendón, pero no la hubo. Pero éste no se podía quedar allí, tenía que darle el aire.
-Pues lo llevamos hasta el comedor.
-Buena idea.
Sin escuchar más opiniones decidieron su traslado, por supuesto despegado y como mandan los “cánones”, al cinto y guiado y sujetado por los cordones.
Fue colocado a la entrada del salón- comedor, y allí estuvo presidiendo el acto.
Corría el rumor que en la comida del año anterior, Joselín, había puesto en cuestión la existencia de un Pendón en La Urz, y tal duda, sólo podía ser resuelta de esta manera.
Las organizadoras, con el fin de probar nuevas modalidades de comida, este año, se decidieron por un catering el año pasado había sido tipo merienda.
El restaurante que sirvió la comida, tuvo ninguna formalidad en el cumplimiento del horario que había acordado. Además, le hizo pasar un mal rato a M. A.
No pongo el nombre de la “tabernucha”, porque no lo sé. Con rabia lo publicaría para que todo el mundo se enterara de su falta de profesionalidad y su “facilidad” para dar disculpas: “ya han salido” “hemos tenido un problema con el horno” y al rato preguntar la carretera “qué tenía que coger para ir a La Urz”. Siempre respondiendo a las llamadas que le hacían desde el pueblo. Él no realizó ninguna.
Como podéis comprender, ha habido opiniones diferentes, si mejor lo del año pasado si mejor lo de éste. Para mí lo más importante es que nos reunimos la gente del pueblo, que estamos desperdigados por esos mundos. Y si no fuera por esta fiesta, se pasaban años y no nos veíamos.
Como había mucha hambre, todos nos dedicamos al plato. Había un silencio absoluto. Quizá, sea por aquello de que “oveja que bala, “bocao” que pierde”
Tomamos nuestro café, nuestra copa y al salir otra sorpresa.
Estas mozas, no hay quien pueda con ellas, habían contratado una orquesta unipersonal. ¡Hala! Todo el mundo a bailar.
El músico, que si era de la tierra, de Marzán, conocía los gustos musicales del personal.
Nos lanzamos a pista, unos a dar saltos, otra cosa no sabemos, otros, tengo que reconocerlo, son unos auténticos profesionales, da casi envidia verlo bailar tan bien.
Las piezas que sonaron fueron jotas, chanos, cumbias, pasodobles, rumbas, etc. Terminó el baile, retornamos el Pendón a la Iglesia y se acabó la fiesta, por este año.
A las organizadoras que, además de dirigir el cotarro, son las que curran, les damos las gracias. No por cumplir, si no porque se lo MERECEN, y como no somos nada egoístas les decimos “el año que viene otra” “y las sorpresas vienen bien”.
No he podido escribir antes, por motivos de trabajo. Yo en agosto curro.
-Anda, mira este año parece que se adelanta el personal.
-No lo creas, es que cada uno aprovecha para echar un vistazo a la casa, coger unas cerezas o quitar unas hierbas. Y así, mañana estarán más tranquilos.
Allá, por las nueve de la noche, el local comedor ya estaba preparado, la iglesia barrida y la cita, para dar los últimos retoques y engalanarlos, establecida.
-Oye, ten cuidado no te caigas y no comas muchas.
-Ya, ya. Me han dicho que este año anda un andancio que no saben si achacarlo a las cerezas o al agua.
-Ostre, yo le he echado la culpa a que comí muchas y luego me metí dos buenos tragos de agua. Así que no te puedo sacar de la duda.
-Os habéis enterado, este año el jabalí ha comido las cerezas de las ramas bajas.
-Ya decía yo ¿Quién coño se habrá estado revolcando debajo del mi cerezal?
-Tu, has tenido suerte como tienen que saltar la pared y además la casa de al lado está habitada, se fueron al del vecino.
En el recorrido por el pueblo, es obligado para saludar a los vecinos e intercambiar esas anécdotas ocurridas desde el año anterior.
- ¿Sabes si … va a venir?
-Sí, ése no se lo pierde, el que no viene es, pues tiene otro compromiso.
Amanece, el cielo está cubierto. Hace calor, como si fuese a venir la tormenta. Hay poco rocío, buena señal.
Las diez y media, era la hora convenida, para poner las flores y colocar unos bancos. Aunque en el calendario no figure como Fiesta Local, lo parece, y todo se andará, digo yo ¿O no?
La carretera, por el Alto de la Prida, siguen llegando coches con invitados y rezagados.
El señor Cura toca a Misa, son las 12,50, y todo el que quiere asistir se va acercando. Por el camino nuevos encuentros y saludos, alguno en tono de broma, pero es verdad.
- ¿Qué tal desde el año pasado? Porque ahora sólo hace un año que no nos vemos.
-Ni que lo digas, antes a lo peor se pasaban cinco o seis y no nos veíamos...
- ¿Quién nos iba a decir a nosotros hace 40 años, qué íbamos a venir sólo al pueblo de fiesta como los “vraneantes” de antes?
- Desde luego, sólo veníamos a segar y trabajar como …
Nada más entrar en el portal ¡Sorpresa! ¡El Pendón!
-Anda mira, lo han sacado.
Allí estaba apoyado en el soportal, enrollado al palo, majestuoso y evocando los recuerdos de juventud.
La vara era más corta, según dijeron para facilitar su transporte a Nuestra Señora de Pandorado. Por lo demás, la tela, los cordones y la cruz están muy bien conservados. No puede evitar el tocarlo. ¡Cuánto tiempo!
La Iglesia, también, había sido retejada y pintada.
Termina la Misa. Alguno pensamos que habría una procesión para presumir de Pendón, pero no la hubo. Pero éste no se podía quedar allí, tenía que darle el aire.
-Pues lo llevamos hasta el comedor.
-Buena idea.
Sin escuchar más opiniones decidieron su traslado, por supuesto despegado y como mandan los “cánones”, al cinto y guiado y sujetado por los cordones.
Fue colocado a la entrada del salón- comedor, y allí estuvo presidiendo el acto.
Corría el rumor que en la comida del año anterior, Joselín, había puesto en cuestión la existencia de un Pendón en La Urz, y tal duda, sólo podía ser resuelta de esta manera.
Las organizadoras, con el fin de probar nuevas modalidades de comida, este año, se decidieron por un catering el año pasado había sido tipo merienda.
El restaurante que sirvió la comida, tuvo ninguna formalidad en el cumplimiento del horario que había acordado. Además, le hizo pasar un mal rato a M. A.
No pongo el nombre de la “tabernucha”, porque no lo sé. Con rabia lo publicaría para que todo el mundo se enterara de su falta de profesionalidad y su “facilidad” para dar disculpas: “ya han salido” “hemos tenido un problema con el horno” y al rato preguntar la carretera “qué tenía que coger para ir a La Urz”. Siempre respondiendo a las llamadas que le hacían desde el pueblo. Él no realizó ninguna.
Como podéis comprender, ha habido opiniones diferentes, si mejor lo del año pasado si mejor lo de éste. Para mí lo más importante es que nos reunimos la gente del pueblo, que estamos desperdigados por esos mundos. Y si no fuera por esta fiesta, se pasaban años y no nos veíamos.
Como había mucha hambre, todos nos dedicamos al plato. Había un silencio absoluto. Quizá, sea por aquello de que “oveja que bala, “bocao” que pierde”
Tomamos nuestro café, nuestra copa y al salir otra sorpresa.
Estas mozas, no hay quien pueda con ellas, habían contratado una orquesta unipersonal. ¡Hala! Todo el mundo a bailar.
El músico, que si era de la tierra, de Marzán, conocía los gustos musicales del personal.
Nos lanzamos a pista, unos a dar saltos, otra cosa no sabemos, otros, tengo que reconocerlo, son unos auténticos profesionales, da casi envidia verlo bailar tan bien.
Las piezas que sonaron fueron jotas, chanos, cumbias, pasodobles, rumbas, etc. Terminó el baile, retornamos el Pendón a la Iglesia y se acabó la fiesta, por este año.
A las organizadoras que, además de dirigir el cotarro, son las que curran, les damos las gracias. No por cumplir, si no porque se lo MERECEN, y como no somos nada egoístas les decimos “el año que viene otra” “y las sorpresas vienen bien”.
No he podido escribir antes, por motivos de trabajo. Yo en agosto curro.