Cuántos momentos únicos y mágicos
atesoran doce años de vida?
–me preguntó el silencio–.
¿Y por qué me lo preguntas
precisamente hoy
si nunca antes me lo has preguntado?
¿Qué interés tendrías ahora en escucharlo?
Sabes perfectamente la razón
y si repasas tu vida comprobarás
que hacerlo antes no hubiera tenido sentido.
Pensé que hablabas de mí;
disculpa por tanto mi error.
Disculpado quedas.
¿Y bien?
Cada amanecer ha sido un regalo,
y si vuelvo la vista atrás
me veo con ella entre mis brazos
observado cómo duerme,
cómo respira,
cómo empieza a beberse la vida
a sorbitos pequeños,
insignificantes,
apenas imperceptibles,
pero con decisión.
Sus primeros pasos, su primera sonrisa,
su primera mirada, su primera palabra…,
tantas primeras veces de todo
que hacen de su caminar por la vida
un instante tras otro, único e irrepetible.
Y hoy, doce años después,
compruebo con regocijo que aún cabe
entre estos brazos que la recibieron
aquella madrugada de diciembre,
y no tengo duda alguna de que siempre
habrá un hueco entre ellos donde cobijarse
si fuera hiciera frío.
Cuántos momentos únicos y mágicos
atesoran doce años de vida,
me preguntabas.
Sería imposible recogerlos en un verso
o en un poema,
o en diez mil versos
o mil poemas,
ni tan siquiera en doce años más de vida
que para contarte tuviera.
Pero sí puedo decirte
y terminando este poema te digo
que nada hay más mágico,
más grande,
más maravilloso,
que en tu vida aparezca
una nueva vida que saluda al mundo,
que puedas recibirla con los brazos abiertos
y que de esa forma la veas crecer,
día tras día, y noche tras noche
Y el silencio guardo silencio
y comprendió
José Manuel Contreras
... (ver texto completo)