“La vieja del monte”
No se puede hablar de las costumbres de nuestra comarca sin dedicar unas líneas a “La vieja del Monte”. ¿Quien siendo niño no esperó con impaciencia la llegada a casa del padre o el familiar que guardaba las beceras, para revisarle la zurrona a ver que nos mandaba la noble señora?; la vieja del monte nos agasajó con sus regalos desde tiempos inmemorables, fue pasando esta costumbre a los niños de generación en generación, sin poder precisar en que momento de la historia surgió o que leyenda la promovió.
Es encantador el hablar con las gentes del pueblo de las costumbres, hacerle un tanteo a sus memorias y coincidir todos, de distintas edades en decirte “pondrás algo de la vieja del monte”, era un personaje ficticio y muy querido en la comarca.
La costumbre era (no digo es por que ya no se hacen beceras); que cuando tocaba guardar una becera, el padre o persona adulta de la familia que la guardaba procuraba siempre dejar un cacho de pan, un trozo de tortilla, un poco de queso o chorizo para que al llegar a casa los mas pequeños rebusquen en la zurrona para ver lo que les manda la vieja del monte y lo comíamos con deleite, como si fuera el mejor de los manjares, y que aunque se había pasado todo el día metido en la fiambrera, dentro de la zurrona y a la espalda del pastor soportando calores o fríos sabia a gloria y se agradecía a la buena señora que aun viviendo sola en los montes tuviera un recuerdo para los mas pequeños, que amasara su pan para regalárnoslo, todos queríamos verla para darle las gracias pero era invisible y nunca se dejaba ver por los niños, solo los mayores tenían esa suerte.
Cuantas veces nuestros mayores habrían comido de buena gana y otras por necesidad toda la merienda que se les mandaba pero la tradición mandaba dejar algo, y algo se dejaba para regocijo de los mas pequeños, y no tan pequeños, no se puede uno imaginar la decepción que sentiríamos si al abrir la zurrona no apareciese nuestro regalo de “La Vieja del Monte”.
No se puede hablar de las costumbres de nuestra comarca sin dedicar unas líneas a “La vieja del Monte”. ¿Quien siendo niño no esperó con impaciencia la llegada a casa del padre o el familiar que guardaba las beceras, para revisarle la zurrona a ver que nos mandaba la noble señora?; la vieja del monte nos agasajó con sus regalos desde tiempos inmemorables, fue pasando esta costumbre a los niños de generación en generación, sin poder precisar en que momento de la historia surgió o que leyenda la promovió.
Es encantador el hablar con las gentes del pueblo de las costumbres, hacerle un tanteo a sus memorias y coincidir todos, de distintas edades en decirte “pondrás algo de la vieja del monte”, era un personaje ficticio y muy querido en la comarca.
La costumbre era (no digo es por que ya no se hacen beceras); que cuando tocaba guardar una becera, el padre o persona adulta de la familia que la guardaba procuraba siempre dejar un cacho de pan, un trozo de tortilla, un poco de queso o chorizo para que al llegar a casa los mas pequeños rebusquen en la zurrona para ver lo que les manda la vieja del monte y lo comíamos con deleite, como si fuera el mejor de los manjares, y que aunque se había pasado todo el día metido en la fiambrera, dentro de la zurrona y a la espalda del pastor soportando calores o fríos sabia a gloria y se agradecía a la buena señora que aun viviendo sola en los montes tuviera un recuerdo para los mas pequeños, que amasara su pan para regalárnoslo, todos queríamos verla para darle las gracias pero era invisible y nunca se dejaba ver por los niños, solo los mayores tenían esa suerte.
Cuantas veces nuestros mayores habrían comido de buena gana y otras por necesidad toda la merienda que se les mandaba pero la tradición mandaba dejar algo, y algo se dejaba para regocijo de los mas pequeños, y no tan pequeños, no se puede uno imaginar la decepción que sentiríamos si al abrir la zurrona no apareciese nuestro regalo de “La Vieja del Monte”.