«El Conde don Sancho Díaz,
ese señor de Saldaña. (…)
los tiempos de mi prisión,
tan aborrecida y larga…”
[se queja de que su hijo no acude a socorrerle]:
¿Qué descuido es este, hijo?
¿Cómo a voces no te llama
La sangre que tienes mía
A socorrer donde falta?”
[Pero es que Bernardo desconoce su linaje y se tiene por bastardo. Hasta que un día su aya, Elvira Sánchez, aclara sus dudas:]
“–Sabredes, fijo, sabredes,
por lo que habéis preguntado
que non sois bastardo, non,
del Rey don Alfonso el Casto.”
Bernardo replica: “—Pues
Algún padre me ha engendrado.”
“—Padre fidalgo habéis, fijo,
fidalgo, que non villano.
El Conde don Sancho Díaz,
Que en Saldaña es su condado,
Os ovo en Doña Ximena
En casa del rey estando.
Y como su hermana era,
Por vengarse del agravio,
En el castillo de Luna
Puso al Conde aprisionado,
Y a vuestra madre también,
Reclusa y a buen recaudo,
Porque aunque público,
Non fue el matrimonio aclarado.”
ese señor de Saldaña. (…)
los tiempos de mi prisión,
tan aborrecida y larga…”
[se queja de que su hijo no acude a socorrerle]:
¿Qué descuido es este, hijo?
¿Cómo a voces no te llama
La sangre que tienes mía
A socorrer donde falta?”
[Pero es que Bernardo desconoce su linaje y se tiene por bastardo. Hasta que un día su aya, Elvira Sánchez, aclara sus dudas:]
“–Sabredes, fijo, sabredes,
por lo que habéis preguntado
que non sois bastardo, non,
del Rey don Alfonso el Casto.”
Bernardo replica: “—Pues
Algún padre me ha engendrado.”
“—Padre fidalgo habéis, fijo,
fidalgo, que non villano.
El Conde don Sancho Díaz,
Que en Saldaña es su condado,
Os ovo en Doña Ximena
En casa del rey estando.
Y como su hermana era,
Por vengarse del agravio,
En el castillo de Luna
Puso al Conde aprisionado,
Y a vuestra madre también,
Reclusa y a buen recaudo,
Porque aunque público,
Non fue el matrimonio aclarado.”