Hace muchos años conocí Luyego. Me pareció un pueblo precioso y acogedor. Creo que era por Octubre y había fiesta. Hacía sol pero un frío que cortaba la cara. Hoy, quizás añorando la juventud o quizás por los buenos recuerdos, no puedo desprenderme de aquella agradable sensación. Que lejos vivió de su pueblo pero cuanto lo amaba!. Siempre nos quedará el recuerdo de la Ermita de Los Remedios; desde muy niños nos hablaba de su Virgen, de su devoción. Me emociona que tengais este album de fotos del pueblo que mi padre tanto nos hizo querer.