En las laderas con pendientes escarpadas se comporta como un gran fijador de suelos, por su sistema radicular superficial, por lo que hay que resaltar su importancia en la prevención de erosión.
Una de las fisionomías más típicas son las formaciones de un denso entramado de rebrote de cepa, casi monoespecíficas, donde Q. pyrenaica ocupa los estratos arbustivos y subarbóreos, y es lo que ocurre en la primera parte del itinerario. Esto es debido a:
· El aprovechamiento para leña o carbón, muy extendido hasta hace pocas décadas.
· A mediados de los 70 sólo la sexta parte de su área lograba la consideración de monte alto.
· El abandono de estas prácticas, a pesar de no haber cesado por completo ha permitido una notable recuperación de forma puntual en el territorio que nos ocupa, no obstante aun queda lejos de alcanzar la complejidad de un bosque maduro.
En los núcleos mejor conservados, el bosque de Q. pyrenaica, tienen una fisonomía similar a la de otros bosques eurosiberianos.
· Presenta un dosel arbóreo pobre en especies y un estrato herbáceo, pero escaso el estrato arbustivo, apareciendo arbustos y matorrales solo en los huecos creados por la muerte de algún árbol o en zonas aclaradas, como se puede observar en el ascenso de salce a orillas de la carretera.
· Bajo su dosel crecen un número importante de hemicriptófitos siendo los pterófitos menos abundantes.
El rebollo contacta con multitud de formaciones vegetales por toda su geografía, y en nuestro caso es muy evidente el contacto con el abedul apreciable tras pasar El Castillo, y mezclándose con los árboles dominantes. Pero de esto hablaremos mas adelante.
La marcescencia, o retraso en la caída de la hoja, es un fenómeno que histológica y fisiológicamente se conoce de forma incompleta, auque sin duda es una variante de la propia caducifolia, donde la abscisión de la hoja no se completa sino hasta el empuje de las yemas foliares en la siguiente generación
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