En las estribaciones de la cordillera Cantábrica, alternando con bosques y praderíos,
valles y ribazos, afloran los restos palpitantes de míticas culturas. Un cinturón de nueve "castros" defiende la exultante vega tapizada de labradíos y arbolado.
La feroz independencia de los "castreños" que poblaron estos corones, dio una lección de bravura indomable a las legiones
romanas empeñadas en doblegarlos.
El mismo emperador Julio César acudió al Bierzo para someter a los ASTURES que, con su estrategia
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