Marga que bien ¡ahora si me deja entrar y veo que puedo pasar las páginas!. Mañana leeré ¡que bien!
Al grito de "
agua va", los orines y deyecciones sólidas, pastosas ó líquidas, eran lanzados a la
calle, por la
ventana, sin ningún miramiento, recato o consideración, acertando a caer en las cabezas de los viandantes que la mala fortuna hacía coincidir con el desfenestramiento de tan inolvidable contenido. La gente corría, maldecía y se apartaba del desventurado pestilente que rebosante de rabia echaba sapos y culuebras contra el echador de la inmundicia.
El
Museo de la Bacenilla, de Ciudad Rodrigo,
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